(EFE)
“Mi experiencia como jugador de futbol nunca fue del todo comprendida ni por los espectadores ni por mis compañeros de equipo. A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol salvo si uno se llama Pelé o Didí o Garrincha, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia. Aclaras ante tus compañeros y ante el público, que tu juego es otro”, indica una respuesta del escritor chileno Roberto Bolaño en el libro ‘Bolaño por sí mismo, entrevistas escogidas’ (Universidad Diego Portales, 2006).
Bolaño también aborda el futbol en el cuento Buba, incluido en el libro ‘Putas Asesinas’ (Anagrama, 2001), donde escribe sobre un jugador africano del Barcelona, conocido por sus compañeros por practicar rituales de magia. Y eso, precisamente, magia, es lo que los expertos atribuyen a los botines de Edson Arantes Do Nascimento ‘Pelé’, considerado el más grande futbolista de todos los tiempos y fallecido este jueves a los 82 años de edad.
“Verlo jugar, bien valía una tregua y mucho más. Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales, como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, los rivales que formaban la barrera querían ponerse al revés, de cara a la meta, para no perderse el golazo”, subraya el fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su libro ‘Futbol a sol y sombra’ .
Porque al igual que con Diego Armando Maradona, las plumas más importantes de la narrativa en lenguas romances no pudieron ser indiferente al talento de O Rei. Galeano añade que quienes lo vieron jugar tuvieron la suerte de haber recibido ofrendas de rara belleza, en momentos “tan dignos de inmortalidad que nos permiten creer que la inmortalidad existe”.
Mientras tanto, el escritor y periodista mexicano Juan Villoro, realiza regates con su pluma e instala a Pelé un texto de su libro Balón Dividido (Planeta, 2014). En ‘Los goles que no anotó Pelé’, el autor comienza relatando cómo presenció la final del mundial México ‘70 entre Brasil e Italia, donde el astro brasileño rompió con una maldición que aquejaba a los equipos que anotaban primero en el último encuentro del certamen.
No obstante, el núcleo del texto se localiza precisamente en esas anotaciones que el número 10 no pudo concretar. Habla de sus fallos ante Checoslovaquia, ante Uruguay y, por supuesto, el más recordado ante Inglaterra, en la etapa de grupos, sobre la alfombra tapatía del Estadio Jalisco.
“¿Y qué decir de su mayor lance ante Inglaterra? Bajo el deslumbrante sol de Guadalajara, martilleó un centro con la frente, picando el balón hacia la línea de cal. Hizo todo lo que un semidiós puede hacer para vencer a otro, pero la nación de Churchill no pierde por aire. Gordon Banks logró la mejor atajada de su vida, revolviéndose en la línea de cal para mandar el balón por encima del travesaño”.
Tras anunciarse el deceso del tres veces campeón del mundo, el poeta rumano Mircea Cartarescu, ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022, quien recién visitó Guadalajara para recibir su galardón en la feria del libro más importante de Iberoamérica, recurrió a sus recuerdos y publicó en Facebook una fotografía donde aparece un ejemplar del libro ‘Pelé, Brazilia, Fotbalul si Samba’ (1969), de Petre Cristea.
“Yo tenía 13 años cuando mi padre compró este libro. No sabía nada de fútbol en aquel entonces, mucho menos de Pelé. Solo lo leí porque ningún libro en nuestra modesta y mixta biblioteca escapó sin leer […] Así que al siguiente año en la Copa del Mundo en México, cuando nuestro equipo jugó contra brasil Brasil en Guadalajara, yo ya sabía que Pelé era el mejor futbolista del mundo y estaba feliz de verlo jugar, incluso si nos hiciera dos goles en aquel entonces. El gran futbolista y extraordinario hombre Edson Arantes do Nascimento, apodado Pelé, que trajo tanta alegría al mundo, murió hoy. Descanse en paz”, escribió el rumano.
Finalmente, una pluma local se apunta a rematar este texto con un certero comentario. Jaime Muñoz Vargas, autor de ‘Gambeta Corta’, conduce sobre el papel, envía un mensaje y asegura que la casi imposibilidad de imaginar a una persona tan famosa y unánimemente admirada como Pelé.
“Pelé tuvo la capacidad de inventar un repertorio de jugadas inagotable, de una estética inaudita y además útil para eludir la barbarie de aquellos años. Tanto la burló que llegó a clavar más de mil goles. Por eso es el símbolo del futbol y su más alto referente, y dudarlo es necio. Yo puedo tener más admiración por algún otro jugador, pero Pelé fue, es y será el primer y más grande monstruo que dio el futbol a quienes disfrutamos de este deporte como desafió atlético y también, por qué no, como arte”.