¿Y ESE AFÁN POR NEGARTE Y RESISTIRME?
¿Y ese volverte sordo a mi llamado?
¿Y ese fingirte muerto y sepultado?
¿Y ese clavar tu puerta por no abrirme?
¿Y ese tu vano intento por huirme
si soy la cruz y tú el crucificado?
¿Y ese quererte ir, desatentado,
si eres el preso y yo la cárcel firme?
¿Cómo podrás echarme de tu lado,
si yo soy la corona de tus sienes
y la llaga que rompe tu costado?
Sé mi cautivo, pues. Te he derrotado.
Señor: te tengo ya porque me tienes.
Porque te busco, Dios, ya te he encontrado.
¡Hasta mañana!