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Varios cohetes golpearon el domingo por la mañana la oficina del alcalde en una importante ciudad ucraniana controlada por separatistas prorrusos, según agencias estatales rusas. No había reportes inmediatos de víctimas.
El edificio municipal de Donetsk sufrió daños graves en el ataque, que las autoridades separatistas locales atribuyeron a Ucrania, según RIA Novosti.
En medios sociales circulaban imágenes de columnas de humo alzándose desde el edificio, que tenía ventanas reventadas y el techo parcialmente destruido. Tres autos estacionados cerca ardieron en el ataque, según RIA Novosti y medios locales.
Kiev no se atribuyó el ataque en un primer momento ni hizo comentarios al respecto.
Las autoridades separatistas afines al Kremlin han acusado a Ucrania de numerosos ataques contra objetivos residenciales y de infraestructura en los territorios ocupados, a menudo con cohetes de larga distancia HIMARS proporcionados por Estados Unidos, sin proporcionar información que lo corrobore.
Los ataques se produjeron al día siguiente de que dos hombres de una antigua república soviética disparasen contra soldados voluntarios durante unas prácticas de tiro en un campo de tiro del ejército ruso cerca de Ucrania. Mataron a 11 personas e hirieron a 15 antes de morir baleados. El Ministerio ruso de Defensa, que reportó el suceso, lo describió como un ataque terrorista.
El incidente ocurrió en medio de una apresurada movilización ordenada por el presidente, Vladimir Putin, para reforzar al contingente ruso en Ucrania tras varios reveses en el campo de batalla. La llamada a las armas provocó protestas e hizo que cientos de miles de personas huyeran de Rusia.
También el sábado, un grupo de estudios con sede en Washington acusó a Moscú de realizar “deportaciones masivas forzosas de ucranianos”, lo que según dijo probablemente equivalía a una limpieza étnica.
En su reporte periódico en internet, el Institute for the Study of War hizo referencia a declaraciones de esta semana de autoridades rusas, que afirmaron que “varios miles” de niños de una región sureña ocupada por Moscú habían sido alojados en campos infantiles y casas de reposo en Rusia ante la contraofensiva ucraniana. Las declaraciones originales del vice primer ministro ruso, Marat Khusnullin, fueron transmitidas el viernes por la agencia estatal RIA Novosti.
Las autoridades rusas “también podrían estar inmersas en una campaña más amplia de limpieza étnica al despoblar territorio ucraniano con deportaciones y repoblar ciudades ucranianas con ciudadanos rusos importados”, una violación del derecho internacional humanitario, según el centro de estudios.
Las autoridades rusas han admitido abiertamente el traslado de niños, que describieron como huérfanos, desde zonas ucranianas bajo control ruso para su adopción en familias rusas, lo que podría infringir un tratado internacional de prevención del genocidio.
La Convención contra el Genocidio de 1948, ratificada por más de 140 estados, incluidos Ucrania y Rusia, incluye en su definición de genocidio “el traslado forzoso de niños del grupo (perseguido) a otro grupo”.
El Ejército ucraniano, por su parte, acusó el domingo a combatientes prorrusos de desahuciar a civiles en territorios ocupados para acomodar a oficiales en sus casas, un acto que también describió como violación del derecho internacional humanitario.
En su reporte periódico en Facebook, el Estado Mayor de las fuerzas armadas ucranianas dijo que los desahucios se estaban produciendo en la ciudad bajo control ruso de Mezhove, en la región oriental de Luhansk, donde Kiev presiona en una contraofensiva. No se presentaron pruebas que corroborasen esa acusación.