La fresca noche acogió a los aficionados laguneros en el estadio Corona, esperando la parcialidad albiverde que ya llegara la primera victoria en la nueva era de Pedro Caixinha.
No se auguraba una buena entrada y los pronósticos fueron acertados, las cabeceras lucían desoladas a escasos minutos del silbatazo inicial, pero abandonar a sus Guerreros no es opción para los fieles laguneros, quienes poco a poco fueron poblando esa zona del estadio y terminó por lucir una asistencia aceptable. Eso sí, batallaron para meterse en el encuentro, también necesitaron del calentamiento para que la garganta funcionase al cien por ciento, pues al comenzar las hostilidades, el inmueble estaba en silencio casi absoluto.
Temprano, los de casa se quedaron con un hombre menos y ahí empezó el viacrucis para Caixinha y compañía, pero también para los espectadores, quienes crecieron en preocupación, aunque la despejaron por un momento al caer el gol de Félix Torres, hasta el frío se les olvidó a los santistas.
Parecía que la estrategia rendiría frutos y los albiverdes se irían al descanso con ventaja, pero una mala pasada costó el empate antes del entretiempo y lo que pasó en la segunda parte fue de lágrima, tres tantos que redondearon la goleada.
En el estadio sí se escucharon los "óle", pero increíblemente era en contra de los Guerreros, sus propios aficionados, presos de la desesperación, comenzaron a corear los pases del equipo visitante, para finalmente, despedir con un sonoro abucheo a sus muchachos.
Fue una noche aciaga y fría para los santistas, que abandonaron el estadio mucho antes del silbatazo final.
(Fotografía: Ramón Sotomayor)