
(FOTOS: EDIE RUIZ)
La liguilla regresó a la Comarca Lagunera y lo hizo para encender la pasión de los aficionados, hambrientos de trascender y de defender la fortaleza en la que se ha convertido el estadio Corona.
El llamado de la directiva albiverde para sus aficionados fue de "llega temprano", a lo que obedeció la parcialidad santista para armar una fiesta en los alrededores del estadio, donde el olor de la carne adobada imperaba en el ambiente. La calurosa tarde lagunera obligaba a destapar bebidas refrescantes, pero la ocasión también lo ameritaba, fue larga la espera por una nueva oportunidad de disfrutar 'la fiesta grande' en la casa de los Guerreros, casi tan larga como la ausencia de Ayrton Preciado en las convocatorias.
Tras un torneo en el que se acusó de flojas entradas y poco ambiente en el estadio Corona, los santistas volvieron a demostrar esa pasión única que tienen por su equipo, con humo verde, las camisetas, los cánticos desde antes de comenzar el encuentro y sobre todo, la confianza a tope en que se lograría el objetivo de avanzar a las semifinales. La única duda que existía entre tanta certeza, era sobre quién jugaría en el lugar del suspendido Juan Brunetta, duda que se disipó al darse a conocer las alineaciones, que no dejaron conformes a muchos laguneros.
A la hora indicada para el inicio del partido, las gradas del estadio ya lucían una estupenda entrada, digna para una magnífica recepción a los futbolistas encabezados por Carlos Acevedo, indiscutible ídolo en la actualidad santista. Con gran ánimo de los fanáticos, comenzó el encuentro, los gritos de 'Santos, Santos' no se hicieron esperar y las emociones también llegaron temprano, un remate al travesaño y una increíble falla de Cecilio, en un primer tiempo en el que los Diablos se dedicaron a sacar el agua del pozo, sin inquietar la META local.
Superado el cuarto de hora, se formó un mosaico albiverde en las tribunas, primer momento de real conexión con unos aficionados que parecían empujar a sus muchachos, lanzándolos hacia una portería roja que parecía tiro al blanco. Los minutos finales del primer lapso tuvieron un marco que no se había visto en mucho tiempo, con los aficionados de pie, saltando y cantando, esperanzados en que caería ese gol para explotar en júbilo, pero el silbato de Luis Enrique Santander puso fin a un primer tiempo que no registró movimiento en el marcador, pero tampoco mermó la fe de los aficionados.
Sin embargo, apenas comenzó el segundo lapso y cayó un balde de agua helada, tras una escapada roja que terminó en el gol que abrió el marcador, en la portería donde nadie quería. No pasó mucho tiempo para que la tragedia terminara por consumarse, un cabezazo en el área chica y los Diablos extendieron su ventaja, la 'diablura' estaba consumada y así comenzó a caer en desesperación la fanaticada albiverde, que explotó en cólera cuando Javier Correa se fue expulsado y le puso el punto final a la debacle, la cual intentaron mitigar con incidentes en las gradas.
Esa desesperación llevó a los espectadores a caer en lo grotesco, con el famoso grito homofóbico cada vez que despejaba Thiago Volpi, hasta que el árbitro decidió aplicar el protocolo y detener el encuentro durante dos minutos. Simplemente alargó la agonía, pues aunque los Guerreros lograron anotar mediante Fernando Gorriarán en el gol santista menos festejado del año, el tiempo no dio para más y la noche que pintaba para terminar en sueño, culminó en pesadilla.