En otro tiempo podríamos haber aplicado este dicho de Don Miguel de Unamuno a la situación del agua subterránea en nuestra Comarca, pero el tiempo nos alcanzó y ahora muchos corazones sufren por la escasez de agua en sus hogares o por las enfermedades que ocasiona el Arsénico y el Flúor que contaminan el agua residual de la sobreexplotación de los mantos acuíferos. Mucho se ha escrito y se ha dicho sobre este tema, pero sólo la vivencia personal de la falta de agua nos ha puesto en alerta.
Por eso, con motivo del Día Mundial del Agua, que se conmemoró el 22 de marzo pasado, este año se adoptó el tema de "Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible", que para el caso de la Comarca Lagunera lo podríamos adaptar a la siguiente frase basada en lo que dice Manuel Perló Cohen del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM: Agua Subterránea hacia una catástrofe silenciosa. Lo que significa es que hemos caminado en esa dirección desde hace ya más de 50 años y nunca se pararon las bombas que extraían el vital líquido de una forma irracional, con plena consciencia de que se extraía más de lo que se recargaban los acuíferos.
Porque nunca se escucharon las voces de quienes alertaban de este grave problema, pues porque la depredación de la naturaleza ha estado siempre por encima de cualquier otro enfoque y quienes se atrevían a señalarlo o a proponer alternativas, eran calificados de pesimistas o de profetas del catastrofismo, ahora mismo siguen siendo criticados por aquellos que se han encargado de anestesiar a la sociedad Lagunera.
Una mirada sin anestesia es necesaria para ver lo invisible, porque efectivamente Perló Cohen tiene razón cuando dice: "una catástrofe silenciosa, que no es visible como cuando el nivel de las presas indica que el recurso disminuye, cuando un río está contaminado o un manantial se seca." Urge tomar medidas e instrumentar cambios profundos y drásticos en materia de agua subterránea.
La cuestión es: que debemos hacer sin mayor retraso para detener el colapso. Son muchas las acciones que se han propuesto por parte de la Sociedad Civil organizada, pero aquí me refiero a una que resulta muy lógica: si el principal problema de la degradación del acuífero subterráneo es el desbalance entre la recarga y la extracción, las acciones que aliviarían este desbalance se enfocarían a maximizar la recarga y reducir la extracción, lo primero puede lograrse mediante la conservación y protección de las áreas de recarga del acuífero, toda la cuenca incluyendo las áreas riparias. Realizar acciones de recarga artificial, dotando de un gasto de agua superficial de las presas al lecho seco, en el tramo donde existe la experiencia y la certeza estadística de que el agua logrará recargar parte del acuífero principal.
Y desde luego, reducir la extracción a partir de un uso verdaderamente eficiente del agua y resolver legalmente las irregularidades de los pozos y volúmenes que exceden las concesiones. Sólo así, parafraseando al investigador Manue Perló, rescataremos los acuíferos y los convertiremos en la garantía del futuro "nuestra vida depende de ellos'' (se consultó la Gaceta UNAM).
De la anterior pregunta surge otra: ¿Por qué no actuamos para remediar esta situación? La omisión del Estado mexicano ante este hecho es obvia como lo es el futuro escasamente promisorio para quienes vivimos en esta región, algo que nos recuerda la pregunta que nos formulan personas que nos visitan o que conocen esta situación: ¿Por qué ese silencio de los políticos, empresarios y ciudadanos comunes, de no solo señalar este lamentable hecho, sino de hacer algo al respecto? No cabe duda que los laguneros somos habitantes del desierto con una visión cortoplacista del desarrollo, quizás lo hagamos cuando el futuro nos alcance, entonces sentiremos lo que ahora no vemos.
