Un tipo de vasija cónica ampliamente usada durante el Imperio Romano ha sido calificada, a menudo, como jarra de almacenamiento; sin embargo, muchas se han encontrado en letrinas públicas o cerca de estas instalaciones, lo que llevaba a sugerir que podrían ser orinales, pero faltaban pruebas suficientes para afirmarlo. (ARCHIVO)
Los huevos depositados por un pequeño parásito hace 1,500 años han servido para probar que algunas vasijas eran empleadas por los romanos como orinales o retretes portátiles, indica una investigación que publica Journal of Archeological Science Reports.
Un tipo de vasija cónica ampliamente usada durante el Imperio Romano ha sido calificada, a menudo, como jarra de almacenamiento; sin embargo, muchas se han encontrado en letrinas públicas o cerca de estas instalaciones, lo que llevaba a sugerir que podrían ser orinales, pero faltaban pruebas suficientes para afirmarlo.
El proyecto arqueológico Gerace, en Sicilia (Italia), dirigido por Roger Wilson, de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), junto a la Universidad de Cambridge (Reino Unido), analizó el material costroso formado dentro de una vasija de cerámica del siglo V.
En la vasija, procedente de una villa romana de Sicilia, el equipo identificó huevos de tricocéfalo, un parásito intestinal, lo que supone la confirmación de que había contenido heces humanas.
"Fue increíblemente emocionante encontrar los huevos de estos gusanos parásitos 1,500 años después de haber sido depositados", señaló Tianyi Wang, de la Universidad de Cambridge, quien participó en el trabajo de microscopía realizado en la vasija.
Estos parásitos miden unos cinco centímetros y viven en el revestimiento de los intestinos. Los huevos que ponen se mezclan con las heces humanas, por lo que se depositarían en un orinal durante su uso.
"Descubrimos que los huevos del parásito quedaban atrapados dentro de las capas de minerales que se formaban en la superficie de la vasija, preservándolos así durante siglos", explicó Sophie Rabinow, también del equipo de Cambridge.
Es la primera vez que se identifican huevos de parásitos en las concreciones del interior de una vasija de cerámica romana y confirma que la de Gerace debió de utilizarse para contener heces humanas.
Aunque las medidas de la pieza de Gerace (31.8 centímetros de altura y 34 de diámetro en el borde) indican que podría haberse utilizado para sentarse, lo más probable es que se usara junto con una silla de mimbre o de madera bajo la que se colocaba el orinal.
Esta técnica de análisis proporciona una herramienta que permite a los investigadores identificar los cacharros que tenían el propósito especial de ser un orinal, distinguiéndolos de los utilizados como jarras de almacenamiento de alimentos u otros materiales.
La técnica solo funciona si al menos una de las personas que utilizaron el orinal estaba infectada por parásitos intestinales, precisan los investigadores. En los países en vías de desarrollo donde estos parásitos son endémicos, más de la mitad de las personas están aquejadas .
Si los romanos se infectaron tan comúnmente, hay una “alta probabilidad” de que este enfoque identifique la mayoría de estos recipientes como orinales si se conservan los depósitos incrustados, de acuerdo con los autores.
Piers Mitchell, el experto en parásitos que dirigió el estudio en el laboratorio, destacó que "este orinal procede del complejo de baños de una villa romana”.
Por ello, “parece probable que los visitantes de las termas utilizaran este orinal cuando querían ir al baño, ya que las termas carecían de letrina propia. Está claro que la comodidad era importante para ellos".
La identificación de huevos de parásitos intestinales en los orinales tiene el potencial de hacer avanzar nuestra comprensión del saneamiento, la dieta y la salud intestinal de las personas en el pasado, destaca el estudio.