EFE
Un grupo de 18 pingüinos fueron reintroducidos al mar de la costa argentina tras ser rescatados fuera de su hábitat natural con cuadros de desnutrición, deshidratación, hipotermia y altos grados de parasitismo, según informó este viernes la Fundación Mundo Marino.
Concretamente, se trató de una manada conformada por 17 pingüinos magallánicos (Spheniscud magellanicus) y un pingüino de penacho amarillo (Eudyptes chrysocome), que habían sido salvados en varias ciudades de la costa atlántica bonaerense entre febrero y abril de este año.
Las aves marinas fueron liberadas la semana pasada en la localidad de San Clemente del Tuyú, al sur de la provincia de Buenos Aires, aunque fue hoy cuando se informó del proceso.
“Aparecieron varadas en la playa con un cuadro conocido como el síndrome del ‘pingüino varado’, que al no encontrar alimento suficiente pierden la capacidad de termorregular y salen famélicos a nuestras costas”, explicó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino en un comunicado.
Para lograr estabilizar a los pingüinos se les aplica una terapia térmica con calor para generar comodidad en el animal e hidratación a través de pescado licuado hasta que puedan consumir el pez entero.
Antes de darles el alta, los médicos veterinarios toman muestras de sangre para verificar su condición física y les colocan un chip subcutáneo para identificarlos en caso de que aparezcan en otro sitio, ya que permite saber el centro de rescate donde se les brindó tratamiento.
SOBRE LOS PINGÜINOS RESCATADOS
La especie penacho amarillo posee un estado de conservación “vulnerable”, de acuerdo con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), mientras que el magallánico tiene el estatus de “preocupación menor”.
Ambos tipos de pingüinos están distribuidos entre la región patagónica de Argentina y el sur de Chile, que tras su ciclo de reproducción entre septiembre y marzo mudan de plumaje para realizar un viaje migratorio de seis meses.
El trayecto está ligado al movimiento estacional de la anchoíta argentina (engraulis anchoita), su principal presa, donde pueden llegar a recorrer hasta 5.000 kilómetros y terminar desembarcando en las costas de Río de Janeiro, Brasil.