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Decenas de vehículos con indígenas perseguían y bloqueaban el martes autobuses del transporte público en Ecuador para pincharles las llantas y obligar a los pasajeros a caminar. El ministro de Defensa advirtió que la democracia está en riesgo.
Los principales focos de protesta se concentraban en los extremos norte y sur de la capital, mientras un grupo menor se encontraba en el centro de Quito, en el interior de la estatal Universidad Central, aunque en muchas calles y avenidas había pequeños grupos quemando llantas y obstaculizando las calles con montículos de tierra.
El Palacio de Carondelet, la sede del gobierno nacional, amaneció fuertemente resguardado por cientos de policías y militares, vallas y alambres de púas.
En una cadena de radio y televisión el ministro de Defensa, Luis Lara, afirmó que las fuerzas armadas contemplan con enorme preocupación “la manipulación de la protestas sociales y el crecimiento de la violencia por parte de quienes han rechazado el diálogo... para intentar imponer al Estado sus peticiones".
Añadió que “estas acciones van más allá de la protesta ciudadana, se trata de un intento deliberado de utilizar la violencia armada para atentar contra la democracia, amenazar a las instituciones. Las fuerzas armadas no permitirán que se intente romper el orden constitucional”.
Desde el lunes de la semana pasada la Confederación de Nacionalidades Indígenas, la mayor de su tipo, mantiene un paro nacional por tiempo indeterminado que ha afectado especialmente a seis provincias del centro norte ecuatoriano, en demanda de la reducción del precio de la gasolina, la fijación de precios de los productos agropecuarios y mayor presupuesto para la educación, entre otros reclamos.
Las manifestaciones han ocasionado el bloqueo intermitente de vías impidiendo el paso de vehículos particulares y de carga, lo que ha causado un desabastecimiento de alimentos y combustible en algunas ciudades, incluida la capital.