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El cambio de parecer de la Corte Suprema sobre el aborto comenzó en el Senado de Estados Unidos.
Fue la colaboración de los senadores republicanos con el expresidente Donald Trump para confirmar jueces conservadores y transformar la judicatura federal lo que allanó el camino para la trascendental decisión de la Corte de revocar el derecho constitucional al aborto.
El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, puso la estrategia en marcha para tomar el control de la Corte Suprema al bloquear la nominación de Merrick Garland, propuesta por Barack Obama, y cambiar las normas del Senado para confirmar con facilidad a los jueces propuestos por Trump. Era un plan a largo plazo que buscaba asegurar una mayoría conservadora en la corte para las próximas décadas. Trump y McConnell no lo habrían logrado por sí solos, y necesitaron el apoyo de casi todos los senadores republicanos para transformar la corte.
Ahora, los republicanos se dirigen a unas elecciones de media legislatura que parece transformarse con rapidez en un referendo sobre la decisión de la corte de revocar el precedente de Roe contra Wade, y los votantes decidirán qué partido debe controlar el Congreso. El país está dividido y los demócratas prometen medidas para proteger el acceso al aborto mientras los republicanos buscan más restricciones, incluida una prohibición nacional al aborto.
“Vamos a recuperar el Senado en noviembre y vamos a dominar el Senado durante mucho tiempo”, afirmó el viernes el senador republicano de Missouri Josh Hawley, que celebró el fallo en una conferencia telefónica con periodistas.
Las apuestas son altas, con el control del Congreso en juego. La popularidad de Biden es baja y las condiciones económicas sombrías, debido al alto precio del combustible y otros indicios de inflación, y los republicanos son favoritos para conseguir escaños en las dos cámaras y recuperar el control del Congreso. Los demócratas tienen una ajustada mayoría en la Cámara de Representantes y se aferran por la mínima a un Senado dividido al 50% porque la vicepresidenta, Kamala Harris, puede votar en caso de empate.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, advirtió que los republicanos tendrían que responder por sus acciones y que planeaban medidas aún más draconianas si controlaban el Congreso, incluida una prohibición nacional sobre el aborto.
“No se puede permitir que hagan esto”, dijo Pelosi. “No se equivoquen: los derechos de las mujeres y de todos los estadounidenses van a las urnas este noviembre”.
Antes de que Trump fuera elegido, el debate sobre el aborto en el país se había asentado en una incómoda tregua en el Congreso. Las decisiones de la Corte en los casos de Roe contra Wade y Planned Parenthood contra Casey afirmaron el derecho constitucional al acceso al aborto. En ocasiones había polémicas legislativas, pero rara vez había grandes mayorías en las dos cámaras para revocar una ley consolidada.
Pero McConnell puso sus planes en marcha para conseguir una judicatura conservadora a principios de 2016, antes incluso de que Trump llegara a la presidencia. Consciente del poder que tenían temas como el aborto para los votantes conservadores, se negó a considerar al candidato de Obama para ocupar la plaza libre dejada por la muerte inesperada del juez conservador Antonin Scalia en febrero. McConnell alegó que quedaba demasiado poco tiempo para las elecciones de noviembre.
Fue una maniobra política impactante y medida. McConnell tomó su decisión con premura justo antes de que los aspirantes a la candidatura republicana iniciaran un debate para las primarias en Carolina del Sur, lo que marcó la línea para el Partido Republicano.
Indignados, los demócratas insistieron en la candidatura de Garland sólo para que McConnell, como líder de la mayoría en el Senado, declinara siquiera considerarlo. Trump ganó las elecciones presidenciales de noviembre, y una de sus promesas de campaña era ocupar esa plaza de la corte con un conservador al estilo del fallecido Scalia.
La era de Trump trajo tres nuevos jueces conservadores: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett, todos confirmados con las nuevas reglas diseñadas por McConnell que rebajaban el umbral a una mayoría simple de 51 votos, para evitar el filibusterismo de la oposición.
Aunque los senadores republicanos han discrepado con Trump en muchos temas, casi todos los republicanos del Senado se mantuvieron con él en este tema, dadas las expectativas sobre lo que podría suponer una mayoría conservadora en el Supremo, no sólo para el aborto, una controversia sobre la que algunos senadores están más convencidos que otros, sino también por otras medidas y cuestiones regulatorias.
Ningún demócrata votó a Barrett, y de los tres demócratas que votaron a Gorsuch sólo el senador Joe Manchin de Virginia Occidental sigue en el cargo. También votó a Kavanaugh.
Manchin dijo estar “alarmado” por la decisión sobre el aborto, porque confió en Gorsuch y Kavanaugh cuando declararon bajo juramento que Roe contra Wade era un precedente legal consolidado.
La senadora de Maine Susan Collins expresó la misma incredulidad. Collins y la senadora Lisa Murkowski de Alaska son las dos únicas republicanas en la cámara alta que apoyan de forma pública el acceso al aborto.
“Cualquier senador republicano sabía que esto ocurriría si votaban para confirmar a estos jueces radicales”, dijo el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata de Nueva York Chuck Schumer.
Collins parecía furiosa el viernes, cuando tachó el fallo de “desconsiderado” e “inconsistente” con lo que Gorsuch y Kavanaugh le dijeron en reuniones privadas y su testimonio público sobre la importancia de apoyar los precedentes judiciales.
“Eliminar de un día para otro un precedente del que ha dependido el país durante medio siglo no es conservador”, dijo Collins en un comunicado. “Es un giro repentino y radical al país que producirá caos político, ira y más pérdida de confianza en nuestro gobierno”.
Murkowski y Collins han presentado un proyecto legislativo que empezaría a convertir en ley las protecciones del caso Roe contra Wade, una alternativa a una iniciativa demócrata ya aprobada en la Cámara de Representantes pero que se ha bloqueado en el Senado con la consideración de que se extralimita al ampliar el derecho al aborto.
Las dos republicanas dijeron que encontrar una solución legislativa era primordial y debía ser prioritario, pese a las pocas probabilidades de que las dos cámaras aprueben una medida.
“Depende del Congreso responder”, dijo Murkowski, que opta a la reelección en otoño.
Pero los republicanos se mueven en dirección contraria, dispuestos a imponer restricciones más firmes si toman el control del Congreso en las elecciones.
Cuando se le preguntó qué clase de ley sobre el aborto prepararían los republicanos si toman el control de la Cámara de Representantes, el líder del Partido Republicano, Kevin McCarthy, que sucedería a Pelosi como presidente de la cámara, dijo que “seguiremos viendo a dónde podemos ir para salvar tantas vidas como sea posible”.
El Congreso está en un receso de dos semanas. Se han reunido multitudes ante la Corte Suprema, al otro lado de la calle, desde que se hizo pública la decisión sobre el aborto.
McConnell, que no opta a la reelección este otoño pero confía en conseguir suficientes escaños para volver a convertirse en líder de la mayoría en el Senado, parecía satisfecho con el resultado de sus muchos años de trabajo.
“Millones de estadounidenses han pasado medio siglo rezando, manifestándose y trabajando par las victorias históricas de hoy”, dijo el viernes en un comunicado. “Les he apoyado con orgullo durante nuestro largo viaje y comparto su alegría hoy”.