La decisión de Biden, que desde su campaña prometió nominar a una mujer afroamericana si tenía la ocasión, no cambiará la composición ideológica del Supremo, inclinado a la derecha, pero sí ampliará la diversidad de una corte en la que ahora hay cinco hombres blancos, uno negro y tres mujeres, una de ellas latina. (ARCHIVO)
Antes de que acabe febrero, una jueza negra hará historia en Estados Unidos. Ninguna ha ocupado hasta ahora un escaño del Tribunal Supremo, y el presidente Joe Biden ha entrevistado a tres candidatas, con la promesa de nominar a una antes de marzo.
La decisión de Biden, que desde su campaña prometió nominar a una mujer afroamericana si tenía la ocasión, no cambiará la composición ideológica del Supremo, inclinado a la derecha, pero sí ampliará la diversidad de una corte en la que ahora hay cinco hombres blancos, uno negro y tres mujeres, una de ellas latina.
Estas son las candidatas a las que ha entrevistado Biden para sustituir al juez progresista Stephen Breyer, que se retirará en julio:
KETANJI BROWN JACKSON, LA FAVORITA DE LOS PROGRESISTAS
De 51 años, Ketanji Brown Jackson creció en Miami inspirada por la pasión por las leyes de su padre, y desde muy joven tuvo claro cuál era su sueño, según su libro de graduación en el instituto: "Ser nominada alguna vez como jueza".
Tras graduarse cum laude en la Universidad de Harvard, Jackson desarrolló una carrera variada -incluso fue asistente de Breyer- y desde el año pasado es jueza en la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, considerado el segundo tribunal más importante del país y una plataforma para ascender al Supremo.
Los dos años que pasó como abogada de oficio para personas con pocos recursos la convertirían, si llega al Supremo, en la primera jueza de la corte con ese tipo de experiencia desde hace más de tres décadas.
Jackson es la favorita del ala progresista de los demócratas, y este miércoles recibió el apoyo del abogado Ben Crump, que ha representado a las familias de una decena de víctimas de la brutalidad policial y el racismo, incluidos George Floyd y Breonna Taylor.
Ese respaldo se debe en parte a las decisiones que tomó Jackson durante su etapa como jueza de una corte federal de Washington: en 2018, por ejemplo, invalidó un plan del entonces presidente, Donald Trump, para facilitar el despido de los trabajadores del sector público.
En otra ocasión, sin embargo, permitió que Trump esquivara normas medioambientales para construir el muro con México, al opinar que una demanda sobre el tema estaba fuera de su jurisdicción.
Además, Jackson trabajó en la Comisión de Sentencias de EUA para reducir las penas de la mayoría de delitos federales de narcotráfico. Es un asunto que conoce de primera mano: su tío fue condenado a cadena perpetua por un crimen no violento de drogas, aunque fue liberado en 2017 y murió poco después.
J. MICHELLE CHILDS, AJENA AL CIRCUITO ELITISTA
De 55 años, es la más moderada de las candidatas y la favorita del influyente congresista afroamericano James Clyburn, que hace dos años ayudó a Biden a revivir su campaña electoral en las primarias de Carolina del Sur.
Julianna Michelle Childs es la única de las aspirantes que no estudió en la "Ivy League", el circuito de universidades privadas de elite del noreste de Estados Unidos, un hecho que, según Clyburn, puede ayudar a que represente mejor desde el Supremo la experiencia de la mayoría de los estadounidenses.
Nacida en Detroit (Michigan), Childs se mudó con 14 años junto a su madre a Carolina del Sur, donde pronto recibió la noticia de que su padre -que era policía- había muerto por una herida de bala.
Pese al duelo, sobresalió en los estudios y se convirtió en la primera de su familia en ir a la universidad, donde coqueteó con la idea de ser modelo e incluso ganó el concurso Miss Black Florida.
Desde 2010 es jueza federal en Carolina del Sur y, en 2014, un año antes de que el Supremo legalizara el matrimonio homosexual en todo el país, ella allanó el camino para que Carolina del Sur hiciera lo mismo, al obligar al estado a reconocer la unión de una pareja de mujeres.
Muchos progresistas se oponen a su nominación porque durante su etapa como abogada representó a empresas -y no a empleados- en litigios laborales. Pero Biden ha dejado claro que le gusta su perfil: el año pasado la nominó para la misma corte de apelaciones de Washington en la que trabaja Jackson.
LEONDRA KRUGER, LA MAESTRA DEL CONSENSO
A sus 45 años, Leondra Reid Kruger es la más joven de las tres favoritas de Biden, algo que puede jugar a su favor en la carrera para ocupar el cargo vitalicio.
Hija de una médico jamaicana y nieta por parte paterna de inmigrantes judíos polacos, Kruger estudió en Harvard y luego en Yale, donde se convirtió en la primera mujer negra editora de la revista universitaria de Derecho.
Durante seis años trabajó en la oficina del procurador general de EUA y alcanzó un récord como la mujer negra que más casos ha argumentado ante el Supremo estadounidense, un total de doce.
Con apenas 38 años se convirtió en jueza del Tribunal Supremo de California, un cargo que todavía ocupa hoy. Su nominación generó sorpresa porque no tenía experiencia previa como magistrada, pero enseguida conquistó a la comisión judicial del estado, que entonces incluía a la actual vicepresidenta Kamala Harris.
Sus defensores la describen como una jueza brillante, humilde y elocuente, que no se deja llevar por la ideología y prefiere apostar por cambios graduales en vez de estructurales.
"No es ni una jueza progresista ni conservadora: puede ser ambas cosas, o ninguna", concluyó este año, tras analizar sus decisiones, el Centro de la Constitución de California en la Universidad de Berkeley.
Ese perfil puede inquietar a algunos demócratas, pero otros valoran su capacidad de potenciar el consenso: desde que ella llegó al Supremo de California, nueve de cada diez decisiones de sus jueces han sido unánimes, una dinámica que, no obstante, sería difícil de trasladar a la máxima corte del país.