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Regina un viaje al Mictlán

Realizan viaje al Mictlán a través del teatro

La obra es interactiva al pedir la participación del público

(ERICK SOTOMAYOR)

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SAÚL RODRÍGUEZ

Los chanates entraban por el claro del patio mientras los albañiles intentaban restaurar la casa que se ubica sobre la avenida Juárez, casi esquina con Leona Vicario. Las paredes, los pisos terminaron maltratados luego de que esta edificación histórica de ladrillo fungiera como centro nocturno. En su lapso de abandono, las aves la hicieron suya: sólo gobernó su trinar, la música de su aleteo, el vestuario de sus oscuras plumas azuladas.

Uno de los chanates comenzó a interactuar con los trabajadores. Se acercaba a jugar, les robaba la comida del almuerzo. Solía verse cómo en su pico se desmigajaba el botín antes de emprender vuelo. El detalle se tomó como mera anécdota. Pronto el claro tuvo que ser sellado para sacar a las aves e inaugurar el café, el nuevo giro del inmueble.

Pero un día llegaron unas personas a ver el progreso de restauración. Dijeron estar emparentados con los dueños originales de la casona. Relataron la historia de Regina (Anna Varenka Román) , una niña asmática, destinada a estar confinada en la casa para resguardarse del polvo que aventaban las calles de tierra. La niña aprendió a bailar e hizo amistad con los chanates que ya visitaban la casa desde principios del siglo XX. Bailó y jugó con ellos hasta el joven final de sus días.

Los propietarios del café absorbieron la historia y ésta comenzó a lanzar imágenes en sus mentes. Con la necesidad de valorar la historia de Torreón y su legado arquitectónico, concluyeron en adaptarla para una obra de teatro ambientada en la Revolución: Regina, un viaje al Mictlán.

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A escena

La víspera del Día de Muertos muestra un gran altar en el centro de la casa. Lo rodea un arco de cempasúchil, lo cubren coloridos pliegos de papel picado y vierte luz a través de las veladoras. Fuera de eso todo es oscuridad en la ahora llamada Casa AV. Se da la tercera llamada y un personaje de nombre Cuco (Andrés García) aparece descalzo y vestido en manta. Ha despertado de un letargo y comienza a narrarle al público: “Esa historia comienza en la cocina justo allá de aquel lado, donde doña Martina preparaba el café todos los días, bien tempranito...”.

Regina, un viaje al Mictlán es una puesta en escena del Colectivo Tablarte, escrita por Víctor Elizalde, dirigida por Claudia Monárrez y producida por Enrique Villavicencio, con coreografía de Disley Rodríguez. Su libreto adapta la historia de Regina, una niña que emprende un viaje al Mictlán en busca de su padre ultimado por revolucionarios, con el fin de entregarle un obsequio que no le pudo dar en vida. A la aventura se unen Cuco y Nana (Rominique Riccio), además de su querido chanate convertido en nahual, quien la guiará por el mundo de los muertos.

“La idea es de Enrique. Él tenía diferentes aristas: quería hacer algo el Día de Muertos, quería contar la historia de Regina, ese camino que busca para encontrar a su papá. Encontramos el vínculo del altar de muertos para generar ese romanticismo y esa parte de la historia de amor en el encuentro con su papá. Los chanates los transformamos en esos nahuales, en esos espíritus que hoy son guardianes de esta casa”, comentó el dramaturgo Víctor Elizalde, justo al terminar la primera función.

Doña Martina (Claudia Monárrez) aparece frente al altar, ahuyenta a los chanates que se han metido a la casa. Regina, su hija, también entra a escena, le pide que los deje en paz, le dice que son sus amigos, que no son malos y que siempre la cuidan. Hay una extraña desconexión entre los diálogos, como si ambas se escucharan y a la vez no, como si una vieja pared de aire impidiera el desarrollo de la conversación.

La obra de teatro es interactiva, pide la participación del público. No se monta sobre un escenario estático, sino que emplea a la casa misma, a sus pasillos y escaleras. Los personajes parten al Mictlán, aparecen y desaparecen como si fuesen fantasmas. Sus propios pecados los ponen a prueba en esa tierra de la que nadie ha regresado.

“Cuando empezamos a platicar de la historia, visualizamos los lugares donde se iban a mover los actores y se visualizó de esa manera. La obra se construyó para que fuera trabajada en cada aspecto de la casa y terminar precisamente acá arriba”.

Los chanates le hablan al público, solicitan que los sigan, que beban un sotol, que crucen una cortina de humo y suban las escaleras. En la entrada aguarda una figura de Mictlantecuhtli, el guardián del Mictlán. La obra continúa desarrollándose en la terraza una vez que los espectadores toman asiento.

Regina encuentra a don Federico (Omar García), su padre. El encuentro muestra una estampa de empatía, de unión familiar. También revela al público la situación de los personajes. Todos y cada uno de ellos tenía un pendiente que saldar, algo que les impedía seguir su camino. Las flores de cempasúchil marcan la dirección a tomar, pero Regina no puede dejar sola a su madre y decide ella misma convertirse en un ave como aquellas que la cuidaban.

Regina, un viaje al Mictlán tendrá sus últimas funciones este viernes 4 y sábado 5 de noviembre, a las 21:00 horas, en la Casa AV, ubicada en avenida Juárez, casi esquina con Leona Vicario.

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