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El gobierno del estado de Río de Janeiro confirmó 105 muertes a causa de las inundaciones y deslaves que arrasaron casas y autos en la ciudad de Petrópolis.
Pero al tiempo que las familias se preparaban para enterrar a sus muertos, el jueves seguía sin estar claro cuántos cuerpos continúan atrapados en el lodo.
Rubens Bomtempo, alcalde de esta ciudad de influencia alemana enclavada en las montañas, no ofreció siquiera una estimación del número de desaparecidos ya que la operación de recuperación sigue en marcha.
“Todavía no conocemos la magnitud de la catástrofe", afirmó Bomtempo en una conferencia de prensa el miércoles. “Ha sido un día duro, un día difícil”.
Más de 24 horas después del letal diluvio de la madrugada del martes, los sobrevivientes cavaban para encontrar a sus seres queridos. La fiscalía de Río de Janeiro señaló en un comunicado el miércoles en la noche que había recopilado una lista de 35 personas aún sin localizar.
Los videos publicados en redes sociales mostraron torrentes arrastrando automóviles y viviendas por las calles, y una fuerte corriente de agua por toda la ciudad. En una de las grabaciones, dos autobuses se hundían en un río crecido mientras sus pasajeros salían por las ventanas, luchando por ponerse a salvo. Algunos no alcanzaron la orilla y fueron arrastrados por el agua hasta perderse de vista.
El miércoles por la mañana, las casas estaban sepultadas bajo el lodo mientras que los electrodomésticos y los automóviles se amontonaban en las calles.
Petrópolis, que lleva el nombre de un antiguo emperador brasileño, ha servido de refugio para quienes escapan del calor del verano y para los turistas deseosos de explorar la llamada “Ciudad Imperial”.
Su prosperidad también ha atraído a los residentes más pobres de las regiones más pobres de Río. Su población ha crecido de forma desordenada, instalándose en las laderas de las montañas, que ahora están cubiertas de pequeñas residencias apiñadas. Muchas están en zonas no aptas para esas estructuras y se han vuelto más vulnerables por la deforestación y el drenaje inadecuado.
El Departamento de Bomberos estatal dijo que en la zona cayeron 25,8 centímetros (algo más de 10 pulgadas) de lluvia en cuestión de tres horas el martes, casi tanto como en los últimos 30 días combinados. El gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, explicó en una conferencia de prensa que las lluvias fueron las peores registradas en la ciudad desde 1932.
“Nadie podía predecir lluvias tan intensas como estas", apuntó Castro. Según los meteorólogos, se esperan más precipitaciones el resto de la semana.
Casi 400 personas se quedaron sin casa y otras 24 fueron rescatadas con vida, añadió Castro.
Algunos tuvieron suerte, aunque fueron pocos.
El hermano de Rosilene Virginia, una residente, apenas logró escapar, y ella lo considera un milagro. Un amigo de Virginia no ha sido encontrado aún.
“Es muy triste ver a la gente pedir auxilio y no tener forma de ayudar, no poder hacer nada. Es desesperante, un sentimiento de pérdida enorme", contó Virginia, a The Associated Press mientras un hombre la consolaba.
La región montañosa ha vivido catástrofes similares en las últimas décadas, incluida una que causó más de 900 muertes. Desde entonces, Petrópolis presentó un plan para reducir el riesgo de deslaves, pero las obras han avanzado lentamente. El plan, presentado en 2017, se basaba en un análisis que determinó que el 18% del territorio de la ciudad presentaba un riesgo elevado de deslaves e inundaciones.
Las autoridades locales dijeron que más de 180 residentes en zonas de alto riesgo están cobijados en escuelas. Se espera que el jueves se incorporen más personal y equipos a las labores de rescate.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro expresó su solidaridad durante su viaje oficial a Rusia. Petrópolis ha declarado tres días de luto por la tragedia.
El sureste de Brasil se ha visto azotado por las intensas lluvias desde principios del año, con más de 40 muertes en incidentes registrados en la región de Minas Gerais a principios de enero y en Sao Paulo más tarde ese mes.