(EFE)
Rusia anunció hoy planes de crear nuevas bases militares en el mar Mediterráneo, la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el golfo Pérsico en el marco de la nueva doctrina naval aprobada por el presidente, Vladímir Putin, y que considera a EUA como la mayor amenaza para su seguridad.
Moscú ve como el "principal riesgo" para su Armada la falta de suficientes bases fuera de sus fronteras que puedan recibir y abastecer a sus buques y realizar labores de reparación y mantenimiento técnico.
Además de garantizar la presencia permanente de la flota rusa en la base naval de Tartus, en Siria, Moscú quiere desarrollar centros de mantenimiento naval "en territorio de otros países de la región", lo que incluye a países africanos y de Oriente Medio.
Esas bases se abrirán también en países de la cuenca del Pacífico e Índico, y en el mar Rojo, con cuyos países Rusia intenta desde hace años forjar una cooperación estratégica como alternativa a sus tradicionales socios europeos, a los que está enfrentado por la campaña militar en Ucrania.
El Kremlin se dispone a solucionar una de las principales carencias de su flota desde hace décadas, la construcción de portaaviones.
En particular, la doctrina menciona el interés en desarrollar la cooperación militar-naval con la India, Irán, Arabia Saudí e Irak.
Precisamente, considera que el "mayor desafío" para su seguridad nacional es la estrategia de EUA de dominar los océanos, lo que incluye restringir a Rusia el acceso a los recursos y las comunicaciones oceánicas.
Moscú acusa a Washington de perseguir la "hegemonía incontestable" de su Armada, lo que va acompañado de pretensiones territoriales de costas e islas rusas, el acercamiento de la infraestructura de la OTAN y el incremento de las maniobras navales.
Por todo ello, Rusia también se propone acelerar y diversificar sus actividades en aguas árticas desde los archipiélagos de Nueva Zembla, Francisco José y Svalbard (de soberanía noruega), o la isla de Wrangel.
Una de las prioridades del Kremlin será convertirse en uno de los líderes en exploración y explotación de los recursos del territorio ártico, especialmente de la plataforma continental rusa, a lo que aspiran también otros países, que acusan a Rusia de militarizar la región.
Y también controlar las actividades de otros países en la conocida como Ruta Ártica, que Putin propone como alternativa al Canal de Suez.
La doctrina destaca que "las zonas importantes" en las que la flota rusa debe garantizar los intereses nacionales desde el punto de vista económico y de la seguridad nacional y estratégica son: los mares Negro y Azov; el Mediterráneo oriental; el Báltico y la zona de las islas Kuriles (cuya soberanía reclama Japón), y los ejes de comunicaciones marítimas hacia los continentes de Asia y África.
Otra de las prioridades es reforzar el potencial de la Flota rusa del mar Negro y fortalecer la infraestructura militar-naval de la anexionada península de Crimea y de la región de Krasnodar.
En un futuro la Armada rusa también quiere garantizar el acceso ininterrumpido al enclave báltico de Kaliningrado, muy dependiente ahora del tránsito terrestre de mercancías por los países bálticos.
Tanto los portaaviones de la Armada como los buques de gran tonelaje para la exploración del Ártico se construirían en futuros astilleros del lejano oriente ruso, con capital en Vladivostok, señala la doctrina, que sustituye a la aprobada en 2015 tras la anexión de Crimea, que deterioró en gran medida las relaciones entre Putin y Occidente.
"Hemos marcado abiertamente las fronteras y zonas de los intereses nacionales de Rusia, tanto económicas como estratégicas, que son vitales", aseguró Putin al intervenir en el Día de la Armada en San Petersburgo.
"Garantizaremos su defensa de manera firme y por todos los medios", agregó.