A primera hora de la mañana el rublo se desplomó en el mercado Forex frente al dólar y el euro casi un 30 %, una caída no vista desde al menos 1993 y 1994, respectivamente, algo que tampoco pudieron cambiar las palabras del Kremlin o las medidas urgentes tomadas de urgencia por parte del Banco de Rusia. (ARCHIVO)
La vida de los rusos todavía no experimenta grandes cambios pese a las sanciones de Occidente, pero crece la incertidumbre sobre el futuro y la sociedad comienza a fracturarse entre el apoyo a la invasión de Ucrania y las incipientes protestas que reclaman el fin de la guerra.
"No veo que las sanciones nos afecten. Yo estoy esperando a que llegue la primavera y comience la temporada de construcción al igual que siempre", dice a Efe Vladímir, un constructor de unos cuarenta años, para el cual las presiones occidentales no son una novedad.
"Estamos habituados a esto, llevamos años viviendo así", añade, para zanjar que prefiere estar al margen de la política.
PRIMEROS SÍNTOMAS
Sin embargo, las sanciones impuestas por Occidente, como la exclusión de algunos bancos rusos del sistema de pagos SWIFT o el cierre por la Unión Europea (UE) y Canadá de su espacio aéreo, ya condujeron a un desplome del rublo del 30 % el lunes y nadie podrá quedar al margen.
Las tarjetas de algunos bancos dejaron de funcionar: unos jóvenes tratan infructuosamente de pagar la entrada en el metro de Moscú con la tarjeta y se dan la vuelta a comprar los billetes en la taquilla.
"No pudimos pagar porque la tarjeta es de VTB", banco sancionado por Occidente, dice a Efe uno de ellos, acompañado de dos muchachas.
Incomodidades menores para algunos, como Iliá Prómptov, presidente de la Sociedad Nacional de Consumidores, quien no cree que el cierre mutuo de los espacios aéreos entre la UE y Rusia dure mucho.
"Sobreviviremos a esto; en medio año lo abrirán todo", afirma.
PRIMERAS ALARMAS
Sin embargo, para muchos rusos la cosa no pinta bien. Un obrero que prefiere el anonimato asegura a EFE que esto "va a ser malo para todos".
"Se va a disparar la inflación. Y la pobreza", añade lacónico.
La retirada de empresas extranjeras como BP y Shell del mercado ruso, entre muchas otras, impulsan la pérdida de empleos para rusos, que podría alcanzar dimensiones impredecibles.
Alina, una exgerente de ventas de 37 años, comentó a Efe que ha quedado en la calle ya que el cierre del SWIFT obligó a su potencial empleador, vinculado a la industria de los fertilizantes, a cancelar la creación de nuevos puestos de trabajo.
PRIMERAS SOLUCIONES
Las empresas rusas se ven forzadas a pensar cada vez más en independizarse de la banca internacional y de los suministros de productos y materias primas importadas.
Nikolái, propietario de un negocio de cosméticos, confiesa a Efe que los cambios bruscos del precio de las divisas "crean un estado de indeterminación respecto a las compras en Europa", aunque ve el futuro con más optimismo que pesimismo.
"Ahora con las sanciones habrá un poco de inquietud, pero luego todo se calmará. Para muchos la situación se tornará grave, ya que las materias primas se van a encarecer, pero en mi caso estoy buscando alternativas para adquirir productos locales o incluso fabricarlos", sostuvo.
PRIMERAS FRACTURAS
Pero ante todo, la ofensiva rusa en Ucrania, una realidad cruda que sorprendió a muchos, ha causado "una fractura en la sociedad rusa", comenta a Efe Dmitri Korinni, un rescatista del Ministerio del Emergencias de Rusia.
"Esto me ha afectado ante todo moralmente", señala para asegurar que al no responder a las garantías de seguridad reclamadas por Rusia y negarse a reconocer la admisión de Ucrania en la OTAN como una "línea roja", la comunidad internacional puso a Moscú "en una situación en la que no podíamos no reaccionar".
"Y reaccionamos en condiciones de una gran desventaja en el espacio informativo, una guerra propagandística que estamos perdiendo", dijo.
Y es que "todo se ha dividido en blanco y negro y hay quienes me preguntan si no me da vergüenza ser ruso" y vivir en un país tildado de agresor por la comunidad internacional, "pero la situación tiene muchos matices", lamentó, al criticar a quienes carecen de "pensamiento crítico" y repiten consignas que atizan el odio.
Un odio que ya mina muchas familias, en función de su postura respecto al conflicto, sobre todo porque rusos y ucranianos nunca han dejado de tener vínculos de sangre y parentesco.
"Tenemos familiares en Járkov, hasta anteayer paseaban por la ciudad como si nada, pero ya las cosas se han puestos duras y ahora tienen miedo a salir de sus casas", afirma Nilokái, y comenta que su hija tuvo un fuerte cruce de palabras con su tío tras el inicio del conflicto al tener posturas encontradas al respecto.
En tanto, desde el mismo 24 de febrero, fecha de inicio de la operación militar rusa, miles de rusos en más de 50 ciudades del país han salido a múltiples protestas en contra de la guerra, con al menos 6.481 detenidos, de los cuales, más de 3.000 fueron arrestados en la capital rusa y más de 2.000 en San Petersburgo.
Manifestaciones que podrían crecer dramáticamente si la cuerda de las sanciones comienza a apretar más duro, y sobre todo, si trascienden las cifras de caídos en la campaña, todavía ocultadas por Moscú