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Columna

Ruta de la aristocracia pulquera... (una propuesta para el proyecto Agua Saludable para La Laguna)

Segunda y última parte

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Discrepo, por cierto, con la afirmación de la secretaría de Turismo Hidalgo, de que el ferrocarril llevó el pulque a todo el país, de costa a costa, convirtiéndose en un "extraordinario negocio que ya se consumía por todas las clases sociales". Esto último no es cierto, es falso: yo pertenezco a esas clases sociales y nunca, desde la infancia a la senectud, probé el pulque, y aclaro: en la edad adulta, lo mismo que todos mis coterráneos, consumíamos cerveza aguas abajo, aguas arriba, en tanque o de barril, en botella o en vaso y vuelvo a aclarar: los adictos creamos nuestra propia "Ruta de la Aristocracia" no pulquera, aclaro, sino cervecera, zotolera y mezcalera.

Y no eran haciendas las que figuraban en ese itinerario etílico; sólo cantinas y cervecerías, comprendidas en el lado poniente desde el bulevar Revolución al bulevar Constitución, en Torreón, Coahuila, pasando por el bulevar Independencia, a todo lo largo de las calles Acuña, Rodríguez, Blanco, y Valdez Carrilllo, y recuerdo, entre otras, el "Íntimo Delmo", un antro bohemio con damas y música de clarinete ofrecida por su dueño; el "Gato Negro", "El Nopal", "El Chihuahua", el "Reforma", el "Palacio", el "Cruz Blanca", "Las Playas" con sus inigualables pollas reconstituyentes que infiltraban vida a los trasnochados, etcétera. Yo cubría ese recorrido con una pluma en mano, pues además de la tomada, me hice adicto a firmar las cuentas impresas en un cartoncillo que le ponían a uno en la barra o en la mesa. Y como colofón del alcoholizado trayecto, a todos los bebedores sociales -un sinónimo de borrachos- se levantaba en la esquina de la avenida Matamoros, frente al desaparecido cine Modelo, un estanquillo especializado en la venta de barbacoa, birria, atole de masa, y tostadas de maíz que conjuraban a la endiablada "cruda" que esperaba, pacientemente, a que terminaran nuestras odiseas en el altiplano lagunero.

Por lo tanto: ¡No al agua contaminada con metales!, ¡"Sí, dos veces sí" al pulque!", una bebida espirituosa orgullosamente mexicana a la cual el arsénico lagunero le hace los mandados. (Varias preguntas me intrigan ¿El pulque combina con la capirotada y las torrejas de semana santa? ¿Con las tortitas de camarón? ¿Con la sopita de arroz con camaroncitos? ¿Con los charales fritos empanizados? ¿Con la Lisa del Golfo Pérsico? ¿Con la tilapia barracuda inyectada con limón? Espero que muy pronto abra sus puertas en el bulevar Presidente Alemán de Gómez Palacio, la primera pulquería lagunera entre cuyos concurrentes figurarían en la primera fila, los fastidiosos, pero sólo en campaña, que conste-, candidatos a la gubernatura estatal y muy pronto gastrónomos de altos vuelos. ¿Por qué? Pues porque ellos son los sabelotodo del momento y han hecho suyo, ya, el proyecto del agua saludable. "Es vital para la Laguna" dijeron con fingido conocimiento de causa y añado yo, que no soy candidato: "también el pulque y si es curado, mucho mejor "

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