Su trabajo en la biomedicina lo situó como uno de los personajes intelectuales más importantes de México. (EL UNIVERSAL)
La muerte del reconocido científico mexicano Ruy Pérez Tamayo (1924-2022), acontecida el miércoles en Ensenada a sus 97 años, ha hecho eco en el corazón de la cultura mexicana. Su trabajo en la biomedicina lo situó como uno de los personajes intelectuales más importantes del país.
“Con enorme tristeza participo en la muerte de un hombre excepcional: Ruy Pérez Tamayo. Ruy fue, por muchos años, el mejor amigo de mi padre, el hombre que lo cuidó y quiso durante su larga enfermedad. Yo espero que, aunque no crea en Dios, dios lo cuide y lo mire como uno de sus mejores hombres”, publicó en sus redes sociales la escritora Malva Flores.
Las palabras de la autora de Estrella de dos puntas (Ariel, 2021) no son para menos, Pérez Tamayo fue redactor de múltiples libros y artículos, pero quizá uno de los más destacados es 10 razones para ser científico (Fondo de Cultura Económica, 2013). Se trata de un pequeño libro publicado en la colección Centzontle, donde el investigador mexicano explica su incursión en el mundo de la ciencia y los motivos para dedicarse a ella.
Su primera pasión fue la música, pero en este campo no cosechó frutos debido a la presión de sus padres: se le dictaba ser médico. No obstante, ejercer la medicina no significaba andar por el circuito de cuestiones que empapan la investigación científica. El oficio de investigador lo tomó gracias a un amigo. Ambos empleaban la luz natural del día para estudiar y la luz artificial de la noche para realizar experimentos.
“Triste noticia la partida de Ruy Pérez Tamayo, médico, académico y universitario excepcional. Abrazo a sus familiares y amigos”, escribió en Twitter la escritora Rosa Beltrán.
El investigador se dedicaba a la ciencia porque esta le brindaba juventud. Su padre fue amante de la poesía. Era inminente que Pérez Tamayo se entregaría al quehacer científico como aquel que dedica versos a una musa.
Sí, la pasión lo desbordaba, pero siempre con la correcta metodología. La ciencia le permitía pensar, darle vueltas al asunto, encontrar un mosaico de posibles soluciones a un problema y tener libertad de elección para resolverlo. Pensar, pensar, pensar para comprender la naturaleza y concebir el conocimiento.
“Hemos perdido a un científico de estatura mundial, un autor prolífico, un humanista consumado y un maestro admirado. Ruy Pérez Tamayo deja un legado perdurable que enriquece a los muchos que tuvimos el privilegio de conocerlo y beneficiarnos de su inigualable calidad humana”, añadió Julio Frenk, presidente de la Universidad de Miami y exsecretario de Salud en México.
La investigación científica, decía, sucedía lo mismo que en otras actividades creativas como la música, la pintura o la literatura. ¿A qué hora trabaja un científico? La cuestión debería reformularse: ¿A qué hora no trabaja un científico?
La ciencia paliaba su aburrimiento, empleaba su mente, engranaba ideas, estimulaba su existencia. Fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), desempeñó una Cátedra Patrimonial de Excelencia Nivel I. Obtuvo el Premio Nacional de Ciencias en 1974; el Premio Luis Elizondo y el Premio Miguel Otero en 1979; el Premio Aida Weiss en 1986; el Premio Rohrer en 1988; el Premio Nacional de Historia y Filosofía de la Medicina en 1995, y la Presea José María Luis Mora en 2002.
¿Por qué dedicarse a la ciencia? Según Pérez Tamayo, para no tener jefe, para no tener horario de trabajo, para no aburrirse en el trabajo, para hacer siempre lo que a uno le gusta, para usar mejor el cerebro, para que no te tomen el pelo, para hablar con otros científicos, para aumentar el número de científicos en México, para estar siempre contento y, sobre todo, para no envejecer.
