(FERNANDO COMPEÁN)
“Dios es el que sabe lo que llegue a pasar”, dijo Rosy, vecina de la colonia César G. Meraz, donde el miedo de que la tierra se abra está latente al encontrarse en una zona de riesgo por las abras que se han originado con el paso del Nazas por su cauce natural.
Ante la llegada del agua por el lecho del Nazas, es inevitable para los colonos de los sectores afectados por los hundimientos, recordar la tragedia que se suscitó el 23 de agosto de 1991 en la colonia Emiliano Zapata de Lerdo, en donde la tierra se “tragó” a doña Consuelo Dávalos al abrir de la tierra justo debajo de su cama. Su cuerpo jamás fue encontrado.
Ese es el temor más grande entre las vecinas de este sector ubicado entre los límites con Gómez Palacio y a escasos metros del Nazas, y en donde por años se esperó la reubicación de las familias afectadas, la cual no se dio.
“No es la primera vez que pasamos por eso y aun así seguimos porque es nuestra colonia y la queremos, si va a pasar el agua otra vez por el río Nazas sí nos preocupa un poco pero ya estamos acostumbrados”, dijo Martha Gallegos, con 44 años viviendo en la colonia César G. Meraz.
