Valente fue la figura más taquillera del toreo mexicano durante los primeros años de la década de 1980, aún siendo muy joven y aún siendo novillero, su convocatoria era arrasadora tanto en la región como en cualquier plaza de provincia y el otroro Distrito Federal.
La fuerza del arte trasciende el tiempo, la memoria e incluso la muerte; el arte taurino no es la excepción y así ha quedado demostrado en La Laguna, donde ayer se recordó al gran Valente Arellano, de quien se cumplieron 38 años de su trágica y sorpresiva muerte.
GUARDIA DE HONOR
Fue mediante el tradicional acto de colocación de ofrendas, al pie de la estatua de Valente, ubicada justo frente a la Plaza de Toros Torreón, que también lleva el nombre del legendario torero torreonense, que se recordó la carrera del precoz genio que maravilló no solamente a La Laguna, sino a todo México. El grupo "Los Toros - Arte y Cultura", en esta ocasión hizo una agradable y productiva sinergia con la "Porra Taurina Valente Arellano", en un encuentro de generaciones a las que une el amor por el toro y la memoria en homenaje al "Valiente Valente".
A la rotonda ubicada en la colonia Moderna, de esta ciudad, acudieron quienes fueron amigos personales de Valente, así como familiares, quienes recordaron anécdotas que permitieron a las nuevas generaciones, recrear un poco lo que fue el torero y la persona, cuyo legado prevalece a casi cuatro décadas de que un terrible accidente en motocicleta, ocurrido sobre la avenida Juárez de esta ciudad, le truncó su existencia y su promisoria carrera. Diversas personas tomaron la palabra para unirse al homenaje al diestro torreonense, para luego de los mensajes, montar una guardia de honor y colocar las ofrendas florales al pie de la estatua de Valente, que permanece firme, tal y como lo está la memoria del considerado como el más grande torero que ha dado esta tierra.
UN ELEGIDO
Valente Arellano Salúm nació en Torreón, el 30 de agosto de 1964, hijo de Valente Arellano Flores, quien heredó a su vástago el gen taurino, por lo que desde muy temprana edad le pegó el "mal de montera", contagiado por la tremenda afición de su progenitor, poseedor de una impresionante biblioteca relacionada a la Fiesta Brava. Esos libros llamaron mucho más la atención del pequeño Valente, que los escolares, los cuales dejó de lado para centrarse en su objetivo de convertirse en torero; así precoz como se enfocó en su sueño, así el destino tenía preparado que fuera su carrera.
Bajo la enseñanza de su papá, dio Valente sus primeros capotazos y posteriormente recibió instrucción de Fermín Espinosa "Armillita Chico", además de recibir consejos de grandes figuras del toreo, como Manolo Arruza, Alejandro y "El Rey" David Silveti. Su debut como novillero se dio el 21 de octubre de 1979 en la plaza de Ciudad Lerdo, alternando con Alfonso Hernández "El Algabeño", con un encierro de la ganadería de Santacilia; el valor, arrojo, calidad y carisma indiscutibles de Valente, rápidamente causó gran impresión en los aficionados taurinos, que de boca en boca, compartieron las cualidades del muchacho lagunero, quien con esas credenciales, emprendió su primera gira novilleril.
La fama de Valente Arellano creció a tal grado que llenaba las plazas, sí, un novillero llenando plazas y ese era el lagunero, la gente se quedaba afuera, sin boletos suficientes para todas las personas que querían ver al muchacho de Torreón. Durante 1981 y 1982 llegó el apogeo de la carrera de Valente, mostrando todo su arte, repertorio y arrollando con su carisma, destacando a nivel nacional no solamente en la prensa deportiva, sino también en la "prensa del corazón", ya que se le llegó a relacionar sentimentalmente con bellas cantantes y actrices, como la veracruzana Yuri.
Un momento cumbre, vivió Valente el 7 de noviembre de 1982, alternando con Mejía y Belmont y en la Plaza de Toros México a reventar, sacó Valente todo su arte para entretejer la que quizá es su faena más recordada, lucidora, artística, llena de valor y arrojo, simplemente sensacional. El joven espada le cortó el rabo a "Pelotero", del hierro de Felipe González, trofeo que demostró una vez más el enorme torero en el que estaba convertido Valente Arellano Salúm, quien, con desparpajo, invitó a sus compañeros a que hicieran quites a ese novillo tlaxcalteca, provocando el entusiasmo desaforado de los espectadores.
MATADOR
Llegó 1983 y con él, una serie de sucesos desafortunados para el lagunero, se rompió los ligamentos de la rodilla cuando un novillo lo prendió en San Luis Potosí y meses más tarde, se fracturó la clavícula, en Pachuca, accidentes que mermaron su salud y su continuidad en el ruedo, pero ni un ápice movieron las intenciones taurinas de Valente. El 4 de junio de 1984, Valente tomó la alternativa en la Monumental Lorenzo Garza de Monterrey, teniendo como padrino al gran Eloy Cavazos, mientras que como testigo fungió Miguel Espinosa "Armillita". Arellano cortó una oreja esa tarde, ante un toro de San Miguel de Mimiahuapan, pero apenas empezó a tomar ritmo como matador, cuando sobrevino la inesperada desgracia.
Solamente pudo lidiar Valente nueve corridas, ya como matador de toros, dejó constancia de su enorme calidad y obtuvo trofeos en plazas de la "provincia" mexicana. Justo dos meses después de tomar la alternativa, la fatídica noche del 4 de agosto de 1984, a Arellano lo tomó por sorpresa el destino y a bordo de su otra pasión, una hermosa motocicleta deportiva, nueva, perdió la vida Valente cuando circulaba a gran velocidad por la avenida Juárez de esta ciudad, un choque lo dejó en condiciones muy delicadas, alcanzó a sollozar el joven torero mientras lo recogían los paramédicos, pero el 5 de agosto perdió la vida, debido a un estallamiento de vísceras.
Partió Valente del mundo terrenal, pero su legado sigue intacto, 38 años después, recordado como el torero valiente, arrasador, carismático, único, orgullo de La Laguna que lo guarda en su memoria, en la que aún retumba el "olé" de sus geniales muletazos.
CORRIDAS
pudo apenas lidiar Valente, ya como matador, hasta que lo sorprendió la muerte.