Dentro del calendario ecológico el próximo miércoles 2 de Febrero se conmemora el Día Mundial de los Humedales, este año 2022 bajo el lema "Acción en favor de los humedales para las personas y la naturaleza" es una propuesta en la que se invita al mundo a invertir capital financiero, humano y político para salvar los humedales del mundo para evitar que estos desaparezcan y también para restaurar aquellos que han sido deteriorados.
El Día Mundial de los Humedales, data de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, conocida en forma abreviada como Convenio de Ramsar, fue firmada en Ramsar, Irán el 18 de enero de 1971 y entró en vigor el 21 de diciembre de 1975. Su objetivo es la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional. Los humedales son importantes refugios sustentables para gran variedad de especies animales y vegetales, ya que se cuenta con cuerpos de agua durante todo el año y cobran demasiada importancia en períodos extremos de migración y reproducción son pues los humedales lugares de gran interés en la naturaleza; en la mayoría de casos, los humedales son territorios cubiertos de agua y que presentan una escasa profundidad. Son importantes porque sirven como freno a las inundaciones de los ríos y porque en ellos habitan especies de aves con un alto valor ecológico. El principal peligro de estos ecosistemas son los drenajes que se realizan para secar el suelo con el fin de utilizar la tierra para el cultivo o para la construcción de viviendas.
Los humedales son vitales para la supervivencia humana. Son uno de los entornos más productivos del mundo, y son cunas de diversidad biológica y fuentes de agua y productividad primaria de las que innumerables especies vegetales y animales dependen para subsistir.
Los humedales son indispensables por los innumerables beneficios o "servicios ecosistémicos" que brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción, y biodiversidad, hasta control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático; sin embargo, estudios recientes demuestran que la superficie y la calidad de los humedales siguen disminuyendo en la mayoría de regiones del mundo, en consecuencia, los servicios de los ecosistemas que los humedales proporcionan a las personas se encuentran en peligro, por lo cual el manejo y la permanencia de los humedales constituyen un reto mundial; al respecto hablaremos acerca del Parque Estatal Cañón de Fernández ya que es catalogado como humedal el cual tiene riqueza ecológica para el mundo y muy especialmente para los laguneros, razón por la cual es nuestro deber cuidarlo por ser un patrimonio y legado para las futuras generaciones.
Les invito a que conozcamos mas de nuestro Cañón de Fernández que como mencione anteriormente es un importante humedal. "El Parque Estatal Cañón de Fernández" es un área natural protegida de México, la cual se localiza en el municipio de Ciudad Lerdo, Durango, cuenta con 17,000 hectáreas y es la principal recarga del acuífero de la Comarca Lagunera, principalmente para los municipios de Ciudad Lerdo y Gómez Palacio, Durango, así como Torreón, Coahuila, fue declarado área natural protegida bajo el nombre de "Parque Estatal Cañón de Fernández" a partir de Abril de 2004; es uno de los principales atractivos turísticos naturales en la región Lagunera, el cual es digno de ser visitado por su belleza, y no hay pretexto para los habitantes de esta región de la comarca lagunera, ya que se encuentra relativamente cercano porque tan sólo distan 50KM aproximadamente de Torreón, Coahuila, y una hora máximo de viaje por carretera para llegar a este majestuoso lugar. "El Parque Estatal Cañón de Fernández" es uno de los pocos lugares en México que cuenta con dos distintos ecosistemas en el que la madre naturaleza ha hecho posible esta mezcla de humedal y desierto; como dije anteriormente este parque está reconocido como un Humedal.
El Cañón de Fernández es un lugar que nos enamora, es impresionante para quienes lo visitamos, ya que al escuchar los cantos de las aves, disfrutar los matices de los verdes y los colores ocre, marrón y dorado que figuran en las riberas del padre río Nazas que son de la galería de los milenarios e imponentes sabinos que le dan un toque muy especial a este lugar que es un encanto, el agua permanente que corre todo el año por este sitio en el que abundan peces, tortugas e infinidad de otras especies acuáticas, y es verdaderamente grato a nuestra vista la infinidad de patos silvestres que hacen de las suyas nadando en estas preciosas aguas, a la que también visitan los patos canadienses que son aves migratorias con el gran colorido del plumaje y nos mantiene embelesados, conjuntamente con otras especies de aves acuáticas, también es grato cuando escuchamos el golpeteo de los pájaros carpinteros que buscan en los árboles secos su alimento, esto y mucho más es digno de admirar en el "Parque Estatal Cañón de Fernández" todo bajo un límpido cielo azul y un aire puro que se respira y nos invita a soñar. Recorrer el camino para llegar al Cañón de Fernández es simplemente maravilloso, pasar por los ejidos en el cual se atraviesan gallos, patos, gallinas y admirar la infinidad de florecillas silvestres en sus vivas tonalidades, y ver las casas hechas de adobe, la gente de campo con sus instrumentos de labranza, que ya empiezan a preparar sus tierras, el ver todo esto es simplemente un agasajo a nuestros sentidos, yo le invito amigo lector a que disfrutemos de nuestro entorno natural, y que nos despojemos de las preocupaciones y salgamos más al campo, que disfrutemos de esas bellas maravillas que tenemos tan cercanas como es "El Parque Estatal Cañón de Fernández"; el cual es nuestra obligación cuidarlo para preservarlo para las futuras generaciones.
A continuación un pensamiento ilustre para meditar:
"Hay que cuidar y guardar la madre tierra
Para que nuestros hijos y nuestros nietos sigan percibiendo sus beneficios."
Rigoberta Menchu (Premio Nobel de la Paz 1992)
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