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Un equipo de inspectores de las Naciones Unidas viajó el miércoles hacia la planta nucleoeléctrica de Zaporiyia, en Ucrania, en una peligrosa y largamente buscada misión para salvaguardar el emplazamiento y evitar una catástrofe por los combates que se libran a su alrededor.
Para destacar el peligro, Kiev y Moscú volvieron a acusarse mutuamente de atacar la zona que rodea el complejo durante la noche. Zaporiyia es la planta nucleoeléctrica más grande de Europa.
Los combates de principios de marzo provocaron un breve incendio en su complejo de entrenamiento y, en los últimos días, la planta quedó temporalmente fuera de servicio por los daños sufridos, lo que aumentó el temor a una fuga de radiación o a una fusión del reactor. Las autoridades han comenzado a distribuir pastillas de yodo a los residentes de la zona.
El complejo ha sido ocupado por las fuerzas rusas pero dirigido por ingenieros ucranianos desde los primeros días de la guerra, que comenzó hace seis meses.