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Epidemia

DIHABLO SEPÚLVEDA

Como una extraña epidemia que solo entre los metaleros se da, la organización de reciente festival en el norte del país se vio infectada por el virus de la logística apresurada. Constantes quejas durante el transcurso de la jornada "metálica" se hicieron visibles a través de redes sociales; y es que, no nos hagamos tarugos, por más que a final de cuentas el festival haya sido un éxito, se presentaron muchas áreas a mejorar. 

El festival fue preparado casi "al vapor", con poco tiempo (en apariencia) de anticipación, al menos desde que se dio a conocer. Esa es la impresión que dio. No se trata de ser perfectos, pero enfrente está otro festival que ha dado muestra que se puede mejorar edición con edición y, sobre todo, que sabe reconocer fallos y busca corregirlos. En cambio, el del martes pasado es un evento ya con muchos años de tradición que en este 2022 anunció su regreso con bombo y platillo, y aún así, parece que se niegan a ver lo más evidente. 

De entrada, un concierto de esta envergadura en martes no suena lógico. Se entiende que había que aprovechar la presencia en el país de leyendas como Judas Priest, Mercyful Fate y Pantera (o lo que queda de ellos), pero eso no lo es todo. A ellos se les unió Behemoth y Stryper, tratando de abarcar público más diverso y extenso. El problema fue que, además de ser martes (un día después del festival de Toluca), los horarios no fueron claros desde el principio.  

El repentino cambio de sede también afectó, incluso se tardaron en avisar al consumidor. Primero, estaba planeado realizarlo en el estadio de los Sultanes, pero ante la poca venta, los organizadores no quisieron arriesgar y se movieron a la Arena Monterrey, donde existe gran sonido y mayor comodidad, además de menor aforo. El aviso del cambio de sede lo notaron terceros antes de que se anunciara de manera oficial. 

Igual de tardío fue el cambio (o "actualización") de horarios de presentación de las bandas: ¡el mismo día del concierto! Lo mejor, los comentarios de la raza en redes sociales, ironizando, quejándose, lamentándose y, al final, tratando de tomarlo con el mejor humor, lo que está claro que les falta a los organizadores: reconocer errores y tomar las sugerencias de forma no "tan personal". 

La gente que asistió (en martes) por supuesto que estaba molesta; se estaban perdiendo la presentación de algunas bandas por estar atoradas en la fila, ya sea comprando o cambiando boletos debido al cambio de sede. No entendí muy bien el tema, pero las filas no se pueden esconder. Y mientras eso sucedía, reacomodaron los horarios de los grupos, haciendo imposible a muchos presenciar el show de las primeras agrupaciones sobre el escenario. 

Pese a eso, los organizadores seguían publicando orgullosos el avance del concierto como si nada más pasara; qué poca autocrítica y sobre todo, qué poca comunicación eficaz y efectiva con sus clientes. Nada como aceptar las cosas, digerirlas, aprender y corregir en cuanto se pueda. La gente sabe agradecer la honestidad, porque sabemos que no somos perfectos. 

El festival fue un éxito y en gran parte (según voces y evidencia) debido a la gran calidad de los grupos y su profesionalismo. Cincuenta años de carrera del señor Halford con Judas Priest; su voz no es la misma, pero sus ganas de estar frente a miles de fans permanece intacta. ¡Y qué producción los acompaña! Un verdadero lujo. Junto a ellos, King Diamond en la modalidad con la que se lanzó al estrellato por ahí de 1981; una presentación más que esperada en Monterrey. 

Pantera prendió la llama de la nostalgia con su "groove metal", estilo que popularizaron ellos mismos a principios de los 90. Y aunque todos sabemos que no será igual sin los hermanos Abbott (Darrell y Vinnie Paul), sus "sustitutos", Zakk Wylde y Charlie Benante, supieron cubrir el hueco de los integrantes originales. Ambos, son especialistas en lo que hacen y por calidad, nadie debió tener duda nunca. Por supuesto, de Phil Anselmo y Rex, no hay mucho que agregar.

Entre lo que no salió de la mejor forma fueron algunos fallos en el sonido que, sin duda, con más tiempo podrán quedar resueltos para la próxima ocasión. Porque no se trata de excusar todo con: "así son estos eventos", "como se nota que son nuevos (los asistentes)"; no hay que perpetuar lo que se hace mal. 

En resumen, los dos recientes festivales celebrados en el país tienen mucho que mejorar. Entender que no hay que depender de lo que hagan los grupos sobre el escenario, sino que su logística no ha sido la adecuada para esta clase de festivales. Ambas organizaciones solo quieren aplausos, pero poco se aprende de los aplausos. ¿Impulso? ¿No debería ser suficiente con el éxito en taquillas y con tener las ganas de hacer lo que tanto les apasiona?

Ayer se tuvo que haber realizado el Navideth, esperemos les haya ido bien… Y que la pandemia no se extienda. Esto es solo una columna de opinión. Nos seguimos leyendo: La Música del Dihablo [Facebook y YouTube]; @VozdelDihablo [Twitter e Instagram].

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Escrito en: voz de Dihablo

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