Espectáculos La Casa de los Famosos México Películas PESO PLUMA CONCIERTOS Luis Miguel

Pesadilla

Voz del Dihablo

DIHABLO SEPÚLVEDA

"Mi abuelo tiene para poner esas cosas", escuché a mis espaldas en la única tienda decente de discos que queda en la ciudad. Volteo y veo a cuatro muchachas que difícilmente llegan a los 15 años. "El novio de mi mamá tiene para… unos más chiquitos". Debo estar soñando; ¿cuánto tiempo me quedé dormido? ¿En cuál mundo desperté?

Quisiera observarlas más, pero no quiero que piensen mal. Aunque están tan curiosas observando con detenimiento y sorpresa esas "cosas", que ni siquiera se han dado cuenta de que estoy ahí. No tiene caso seguir. Cambio de pasillo para ver "a lo que iba" y me topo con un verdadero desastre. La zona de Crimea debe haberse trasladado hasta acá en un mínimo descuido; de otra forma, no entiendo quién revolvió todo. 

Ya casi no hay nada. Hace apenas unos días, hablé aquí mismo Diamond Star Halos, la nueva "joyita" de Def Leppard. Vi varias copias y no tenía pinta que fueran a agotarse pronto. Hoy, solo hay un disco pirata de una presentación en 1987 "sabe dónde", con una portada horrible entre amarillo y café, acartonada, más chafa que las hamburguesas de McDonald's. ¿Qué demonios pasó aquí? ¿Un huracán? ¿Un torbellino? ¿La vorágine de la barbarie humana en su primitivo instinto de destruirlo todo?

El vendedor que antes me atendía tan amablemente representa mi última esperanza, pero incluso él luce devastado. Tiene la mirada perdida y camina como si no viera el suelo que pisa. Se pone a mi lado para acomodar unos discos, o a moverlos, solamente, y me dice sin voltear a verme: "Me llamo Felipe, dime si te puedo ayudar en algo". Ya no sonríe, ya no ve nada. Se ha convertido en un zombi. Evidentemente, este tipo no va a poder ayudarme en nada. 

Camino a la caja pensando: "¿qué hago aquí?". Finalmente me decido a pedir ayuda a quien se ve más lúcido… al menos parece caminar en forma recta. Busca en el sistema y nada, no hay nada para mí. Debo estar soñando, ¡hace un par de semanas esto tenía otra pinta! Ya no hay mucho por hacer. 

Me voy a downtown, seguramente encontraré algo. Vida humana, lo menos. Estaciono mi unicornio en la esquina que años atrás usaba cuando iba a trabajar. Me dijeron que por aquí, por estas vetustas calles polvorientas, se encontraba un camarada con algo de su colección para venta. Ya ni siquiera sé qué estoy buscando, o si realmente voy a comprar algo, solo quiero despertar en un mejor lugar. Dejar atrás la pesadilla y pensar que no han pasado tantos años. 

Pero mi fe está resquebrajada, por lo que acabo de presenciar y porque hace un mes andaba por acá y no vi nada. Recorrí la calle en más de cuatro ocasiones, volteé con detenimiento a cada esquina, a cada rincón. Me metí en callejones, en locales abiertos, cerrados y medio abiertos. Llamé a la puerta de desconocidos y nadie supo darme razón. 

¡Vaya sorpresa! Esta vez, saltó a mi vista una imagen "darks" y ese incienso maligno que no puede provenir sino del más allá. Entré en ese hoyo cavernoso y comenzaron a escucharse sonidos maniacos… Esto me huele mal, pero bien. El techo está cubierto de afiches y mantas con rayones ininteligibles, como manda el santo patrono del mal. Sentado, detrás de una vitrina, hay un hombre barbado limpiando figurillas y uno que otro artefacto que cuida como si fueran trofeos. 

Finalmente, he llegado. El tipo me mira como si no quisiera verme mientras mi mirada apunta a lo que hay dentro de aquellas vitrinas. ¡Discos! Mis ojos se vuelven locos, se quieren salir. Chocan entre ellos y luego caminan en direcciones contrarias. Comienzo a preguntar por precios del material que considero valioso y luego, al escuchar respuestas, son mis oídos los que amenazan con fugarse. Toso. Me atraganto con mi propia saliva y salgo del lugar, elegantemente diciendo: "luego regreso con más calma". Lo más seguro es que nunca volveré. 

Para mi sorpresa, apenas unos pasos adelante, hay un local similar, de mucha tradición por acá. "Es mi última carta, nada puede salir mal", pienso. Al final de ese pasillo largo y angosto, a media luz, se escucha una voz: "a sus órdenes". Se enciende una luz tenue, pero suficiente para ver ante mí un desfile épico de música en sus formatos originales ('only CD is real'). Cada uno de esos productos está perfectamente marcado con una etiqueta, así ya no hay necesidad de cuestionar. De nuevo, mis órbitas oculares enloquecen: "¡$1,200!". Enmudezco. Me paralizo. Siento un frío inédito; debo estar muerto. O esto es una pesadilla. 

Vuelvo a casa, a nadar entre el pasado. Observo esas joyas en bruto que aún poseo (no recuerdo que costaran tanto). Las cuento como el pato a su dinero. Sonrío. Solo me queda entrar a mis grupos de ancianos a presumirlas, quizá aún exista alguien como yo.  

Cualquier parecido con la realidad…

Leer más de Espectáculos

Escrito en: Voz del Dihablo

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Espectáculos

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2103946

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx