El mes pasado asistimos a la reunión de consulta para elaborar el Programa de Acción Climática de Torreón, convocatoria que deriva de un compromiso contraído por el alcalde ante una red de municipios preocupados por el cambio climático, operado a través de la titular de las oficinas de medio ambiente y planeación municipales. Vale la pena hacer algunas reflexiones sobre algunos aspectos relacionados con este tema, como contaminación del aire, movilidad urbana, infraestructura verde, gestión del agua urbana, educación ambiental y participación ciudadana.
La contaminación del aire atmosférico ha sido una preocupación constante en las urbes mexicanas a partir de la segunda mitad del siglo pasado, cuando se identifican problemas ambientales asociados a la calidad del aire que respiramos, obligando a los gobiernos a adoptar medidas de mitigación para reducir los impactos que se presentaban en la salud de la población. Enfrentar este problema requiere crear infraestructura y equipamientos urbanos que permitan identificar las fuentes y los tipos de contaminantes, establecer sistemas de medición de la calidad del aire que indiquen en tiempo real la presencia de substancias que le contaminan para regular a las fuentes en que se originen y alertar a la población.
Algunas ciudades han avanzado en este rubro y otras se han rezagado, es el caso de Torreón y sus vecinas que forman la Zona Metropolitana de La Laguna (ZML), las estaciones para medir los contaminantes atmosféricos son insuficientes no solo para medir los contaminantes básicos, también se requiere el monitoreo sistemático de los gases de efecto invernadero (GEI), que como se observó en el inventario que se expuso en dicha reunión, es el consumo energético la principal fuente donde provienen los contaminantes en esta municipalidad.
El parque vehicular y el uso de medios tecnológicos en las viviendas y las empresas para mitigar el calor, son otras fuentes contaminantes. Torreón y las ciudades vecinas de la ZML son ejemplo, como la mayor parte de las zonas metropolitanas del país, de una expansión urbana desordenada, se convirtieron en urbes diseñadas para una movilidad motorizada que demanda un alto consumo energético y son pocas las acciones que se han implementado para cambiar este modelo, se sigue careciendo de un sistema de transporte colectivo efectivo y accesible, hay atención marginal a la infraestructura que facilite la movilidad no motorizada, como las ciclo vías y los corredores peatonales.
Otro rubro al que se le ha puesto atención tangencial es a la infraestructura verde urbana. La ubicación de la ciudad en una zona árida requiere un diseño que apueste por cubrir los estándares básicos internacionales de áreas verdes con vegetación nativa o adaptada, que demande bajo consumo de agua, aproveche las escasas aguas pluviales y las aguas residuales tratadas. Aumentar la infraestructura verde urbana debe ser una prioridad en las políticas ambientales locales, se necesitará cada vez más no solo para manejar las inundaciones derivadas de las lluvias torrenciales, también para mitigar las olas e islas de calor ante la tendencia de elevación de la temperatura, creando microclimas para contener la radiación solar.
Torreón tiene el privilegio de contar en su territorio con un espacio geográfico que alberga importantes ecosistemas y biodiversidad, la reserva ecológica de Jimulco. La protección y conservación de este patrimonio natural también debe ser una prioridad en las políticas ambientales municipales, en ella se encuentra una isla de cielo (bosque templado de encino-pino en medio del desierto) y un modesto humedal en el río Aguanaval, sitios que deben valorarse, además de su importancia escénica, por los servicios ecosistémicos que nos brindan a los laguneros.
Si bien no es facultad de las municipalidades resolver el problema estructural del agua, es recomendable rediseñar el sistema de gestión del agua urbana, desde la extracción del subsuelo o de la potabilizadora en ciernes, las redes de drenaje donde se descargan las aguas residuales de origen urbano-doméstico o industriales, su tratamiento y reúso, ya no para la agricultura, sino para destinarse a la infraestructura verde urbana o en las industrias. Perforar pozos de un acuífero abatido y otras medidas que adoptan las municipalidades, son esfuerzos para mitigar el déficit en el abasto a las viviendas y los negocios, pero es necesario replantear el sistema vigente con una planeación de largo plazo que haga más eficiente el uso del agua potable y aproveche el agua residual.
Es inevitable aceptar la escasez de valores ambientales que tenemos los laguneros, ejemplos sobran, no basta tener un sistema de recolección de limpieza, es necesario generar menos residuos y esto es una cuestión cultural. El cuidado de la flora y fauna doméstica urbana no es un valor que destaque entre nosotros, prueba de ello la poca atención que ponemos a los espacios verdes en nuestras viviendas o en espacios públicos urbanos (plazas, parques), no solo es obligación del gobierno su mantenimiento, los ciudadanos también debemos poner nuestra parte, y no se diga de la fauna doméstica urbana, con la desatención sobre los miles de perros y gatos de calle, un asunto que nos corresponde más a los ciudadanos que al gobierno.
Es acertado que este gobierno municipal convoque a los ciudadanos a aportar sus percepciones, experiencias y conocimientos en la elaboración de un Programa de Acción Climática, ojalá que esta contribución se refleje en la planeación municipal, sobre todo en la asignación de presupuestos y en la realización de acciones a la altura de los retos que tenemos enfrente para adaptarnos y mitigar los impactos que tendrá en nuestra localidad en cambio climático. Ahora solo falta que también se establezcan mecanismos de participación ciudadana que nos permitan dar seguimiento al programa, para que este no quede en un documento más.