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Al Larguero: ¿A dónde van los muertos?

ALEJANDRO TOVAR

Porque los vimos en plenitud de su juego y juventud, uno los imagina siempre iguales, en ese acostumbrado, ingenuo y a veces aburrido paseo por la historia, en esos viajes con retorno donde uno suele tocar viejas puertas de los mismos recuerdos y hasta les propone que debieron ser más gratos, sobre todo en temas de amor. Hallar el sentido de tiempo siempre es aspiración suprema.De aquellos Diablos Blancos sonrientes siempre se fueron yendo y ahora son carne de la memoria. Del ascenso nos quedamos sin el capitán Lima, Antonio Pazos, Heriberto Trigo, Genaro Torres, Elías Aguilar, José Zamora, Raúl Navarro y ahora, como hace falta un segundo portero, la paca les lleva de refuerzo a René Vizcaíno para el equipo que don Grimaldo González tiene con permisos especiales, en el más allá.

Del segundo grupo, ya fueron admitidos Popi Correa, Hugo Lobatón, Enzo Gennoni y Aníbal Tarabini y esos son golpes que duelen todos los días, porque nadie los imagina dentro del féretro, con la mirada fija en las lámparas, sino seguros y briosos en la cancha. Así de pronto aparece Tarabini, venciendo a Marín con un tirazo de fuera del área pegado al poste derecho, a media altura. O a Chuleta cabeceando por encima de toda la defensa y del arquero Ochoa en Zacatepec, ante un centro largo de Jesús Puentes. O Lima macando a Zague padre. O Pazos corriendo toda la banda derecha. O Trigo como un galgo por izquierda. O René desviando el penal de Ubiracy.

Es claro que el tiempo juega también, cambia a las personas, es nuestra sombra que acosa, que acaba y que termina imponiendo una tiranía porque corta la juventud, impone otras disciplinas y aunque nos llega a ofrecer alternativas, por lo general termina llevándose los amores primaverales, las ilusiones tempranas y nos deja con realidades no siempre afortunadas. Como la muerte de todos estos amigos tan queridos. La vida pues, nos demuestra que es como un rico cancionero, como una literatura de temas muy diferentes.   

Porque el mundo está lleno de fragmentos donde se confunden el amor y la indiferencia. Por igual gozamos de capacidad plena para con nuestro futbol al tener una lágrima suelta, un grito desaforado o bien, algunas carcajadas. Como el sábado, apenas terminó el Atlético San Luis 0-2 Santos y tanto el risueño Repetto y sus jugadores celebraron y se abrazaron como si hubiesen ganado un título. ¿De veras habrá espacio para festejar ten ruidosamente cuando solo se cumplió con lo justo, con lo obligado, con la natural exigencia?

La dinámica loca de este presente nos sitúa con tranquilidad viendo los números que lo dicen todo. Santos fue noveno de la tabla general, con siete triunfos, dos empates y ocho derrotas. Marcó 31 goles y recibió 34 para ser con Bravos de Juárez, los más goleados del certamen. Totalizó 23 unidades y su jugador Harold Preciado fue el líder de anotadores con once. ¿Esos son números propios de un equipo que había ganado en prestigio?

Es tiempo de hacernos socios del club de poemas de las almas perdidas, porque el arte es liberador y las dudas hacen sumergir a la gente en sospechas, porque el futuro inmediato no es fabricar una ficción, sino mostrar una cara diferente y triunfadora, que devuelva la sonrisa y confianza del pueblo verdiblanco. Debe haber una preparación antes de que asimile la venta de Harold, Brunetta y quizá hasta de Acevedo.

Alejandro Tovar

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Escrito en: Al Larguero

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