Anne Carson inauguró su visita a México con una lectura en la Universidad de Monterrey sobre algunos de sus textos (CORTESÍA/UNIVERSIDAD DE MONTERREY)
Como si se tratara de un poema de Alfonso Reyes, Nuevo León es un relieve de montañas techado por las nubes. El paisaje muestra oscuras moles de piedra con un dorso plateado de millones de años y arquitectura contemporánea. Es la tarde noche del 26 de abril de 2023, fecha histórica: Anne Carson (Toronto, 1950) visita por primera vez México. Está en la Universidad de Monterrey (UDEM), en los límites entre Santa Catarina y San Pedro Garza García, en un evento titulado ‘Texturas y sombras’ y organizado por la editorial Vaso Roto, la propia universidad y la Embajada de Canadá en México. Aquí se dirigirá a los jóvenes con su palabra, con su poesía que traduce al presente la memoria del pasado.
La poeta ha declarado en varias ocasiones que gusta de pintar volcanes. Los volcanes son montañas con entrañas de lava bajo los cuales el dios griego Hefestos solía forjar armaduras para los héroes. En su libro Autobiografía de Rojo (UANL, 2018), un diálogo apunta que somos criaturas que se mueven en una colina. Sí, a Carson le gusta pintar volcanes, moverse pictórica entre las piedras, proyectar la pantalla que habita en su mente. El poeta griego Simónides, que aparece junto a Paul Celan en Economía de lo que no se pierde (Vaso Roto, 2020), escribió en la antigüedad que la pintura es poesía que habla.
Carson habla. Dice que desde hace tres años deseaba visitar México y dedica el evento a Jeannette L. Clariond, su traductora. Luego hace lectura de Decreación (Vaso Roto, 2014). Está de pie ante el micrófono, en el Salón de Eventos CCU, frente al atril que sostiene su carpeta. La envuelve un vestido rojo y la custodia una gran pantalla en la que comienzan a proyectarse algunas de sus obras. De vez en cuando interrumpe la profundidad de sus frases para lanzar algún chiste o referirse con ironía. Luego retoma el hilo e imágenes de paisajes nevados danzan tras ella.
Dedica el primer poema a un compositor mexicano llamado Guillermo Galindo, a quien conoció cuando impartía clases en el California College of Arts. Galindo le confesó que quería componer una sinfonía basada en suspiros de personas. Los versos de Guillermo’s Sigh Symphony toman esa idea.
“Acaso oyes suspirar. / Despiertas en medio de un suspiro. / La radio suspira AM, / FM / Suspiros de onda corta entran crepitando / Cálidos suspiros se evaporan al amanecer….”.
Luego habla de su madre, de un poema que le escribió durante su último año de vida. En ese tiempo, ambas vivía en ciudades diferentes, la mayor parte de su comunicación era telefónica. Comienza a recitarlo, el audio tiene fallas, se recupera, continúa.
“Quien puede dormir cuando ella… / a cientos de millas oigo ese vasto aliento / Cicatriz tras cicatriz / los eslabones / cascabelean una vez. / Navegamos madre en un océano sin barcos / Piedad por nosotros, piedad por el océano, navegamos”, recita. La poeta toma el término ‘decreación’ de Simon Weil.
“La decreación es un deshacer de la criatura en nosotros”, escribe. El yo sólo puede disolverse si el individuo se mueve a través de él, hasta su misma definición.
Carson continúa su recital, como si fuera Emily Brontë cercada por su propia ciénega solitaria. Para los antiguos, una acción nunca está completa si no se traslada a la poesía o al canto. Aristóteles diría: lo que sucede se impulsa por algo más, como el sueño que es hermano de la muerte.
“Piensa en tu vida sin el dormir / Sin la losa del tiempo proscrito puntuando cada almohada, sin almohadas / Sin la enorme cocina negra y la estufa hirviente donde / arrancas trozos / de piernas y brazos de tus padres…”.
En Merry Christmas from Hegel, se encontraba en su sofá leyendo un texto del filósofo donde se quejaba de las críticas populares sobre su pésima prosa. A ella interesó la visión filosófica de las palabras entrelazándose a sí mismas.
O también aquella ocasión donde se percibió sola en el mundo: su madre, su padre, su hermano habían muerto y salió a pararse en la nieve, como no lo hacía desde su infancia, en esa experiencia donde el mundo se sustrae en capas. Los ruidos exteriores desaparecen y dan lugar a sonidos más internos y próximos.
En la parte final, interactuó con el público a través de charla breve para encontrar un significado a “¡Vamos a comprarlo! / ¡Es una ganga!”.
Al término de la lectura, tres estudiantes universitarias compartieron sus preguntas para la autora. La noche cerró con las intervenciones de la poeta Jeannette L. Clariond y Melissa Segura, titular de la Secretaría de Cultura de Nuevo León.
Anne Carson visitará Saltillo este jueves, donde a las 12:00 horas la Secretaría de Cultura de Coahuila le entregará el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía 2019, y a las 16:00 ofrecerá una lectura de Norma Jeane Baker de Troya. Ambos eventos se efectuarán en el Centro Cultural Vito Alessio.