Mientras que el resto de los alternantes se mostraron voluntariosos, Diego Garmendia cortó la única oreja de la tarde. (Ramón Sotomayor y cortesía)
El capitalino Diego Garmendia, fue el triunfador en la Novillada de Año Nuevo, celebrada ante buena entrada en la romántica Plaza de Toros Alberto Balderas de Ciudad Lerdo.
Se lidiaron cuatro ejemplares bien presentados de la ganadería coahuilense de Fernando Lomelí de divisa naranja y blanco, fundada en 1968, en la que algunos de los alternantes, tuvieron algunas complicaciones.
Garmendia, ataviado en un elegante traje Malva y Oro, enfrentó el tercero del lote, "Papá Grande" de 340 kilogramos de peso, un negro zaino capacho y bizco de cornamenta, que fue bien picado, por lo que el respetable aplaudió la suerte.
Luego de la suerte de varas, el alumno de la Escuela Taurina Municipal de Aguascalientes y después pupilo del matador de toros Israel Téllez, buscó su mejor posición con la muleta. Por izquierda, el animal embistió de mejor forma, sobre todo en los medios.
Cuando toreaba con la muleta de rodillas, fue desarmado y pisado en su pierna derecha. Trató en incorporarse, para luego de varios pases, se perfiló a matar, con una estocada algo caída pero con efectos inmediatos. Fue premiado con una cuestionado oreja inmediata, mientras que la bravura del astado le fue reconocido con una vuelta al ruedo.
COMPLICADO
"Coahuilense" de 350 kilos, negro zaino y cornidelantero, fue al que enfrentó el regiomontano Guillermo Guerra, que vistió un rosa mexicano con azabache. Tardó en conectar primero con el capote y luego con la muleta.
Salió muy lastimado, en la recta final de la faena, cuando fue desarmado y luego maltrecho a la mitad del ruedo. Metió una estocada delantera sin efectos, por lo que escuchó el primer aviso y cuando preparaba la espada para volver intentar matar, la res comenzó una larga persecución sobre el aspirante a matador de toros de la Sultana del Norte.
Cuando estaba a punto de ser prendido, Guerra tropezó casi en los tercios, por lo que el novillo le pasó por encima, sin consecuencia alguna mayor. Pinchó de nueva cuenta, para escuchar el segundo y tercer aviso, por lo que el burel fue regresado a los corrales. Tuvo que ser asistido por los primeros auxilios y al final, llevado a un hospital de la región para revisión exhaustiva de los golpes sufridos.
Enrique de Ayala, en grana y oro, enfrentó a "Chaparrito" de 350 kilogramos, negro zaino cornicorto. Conectó con los tendidos, bajo las notas del Mariachi Regional. Remató su faena con vistosas manoletinas por todo lo alto. Tuvo una estocada trasera y tendida, para que luego de un par de descabellos, diera muerte al novillo. Se retiró ovacionado en medio de aplausos con vuelta al ruedo.
El español Antolín Jiménez, de verde botella y oro, tuvo en un complicado "Don Fer" de 380 kilos, negro zaino y cornivuelto, al ejemplar más complicado del lote, que estuvo distraído y casi no se dejó torear.
De buena hechuras, el europeo en su presentación en México lo intentó de todo. Muy voluntarioso, realizó unas vistosas "Dosantinas" casi al finalizar, aunque el novillo fue complicado con derrotes en cada faena. Batalló con el acero y luego de varios pinchazos, al quinto intento metió una media estocada en buen punto que hizo doblar a su enemigo. Silencio.
LO QUE SIGUE
El próximo mes de febrero en el mismo coso lerdense, se presentará finalmente por vez primera, el peruano Andrés Roca Rey, la actual sensación del toreo mundial.
Todavía no se da a conocer la fecha exacta ni los alternantes que estarán con el matador de toros inca, así como la ganadería que lidiarán en unas semanas más.