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Bochorno

ALEJANDRO TOVAR

Una goleada en casa, no es cualquier cosa. Las ilusiones perdidas son verdades habladas y evidentes, son hojas desprendidas del árbol del corazón de la gente, de por sí en bajo número en el TSM, que mirando al piso se fue buscando la salida después del quinto gol necaxista y los que permanecieron se dedicaron a abuchear fuerte a todos los santistas,  incluyendo a Mr. Repetto.

Jugaron haciendo del futbol una mera ficción. El técnico argumenta errores "puntuales y graves", pero lo cierto es que son ocho goles en dos partidos, como una especie de pavimentar el camino al infierno, ante un cuadro que se vio como en el patio de su casa. Necaxa no había ganado y con Fentanes se disfrazó del especial y contundente. Repetto no puede entrar a marcar, ni a cabecear, por ello queda muy clara la sentencia que rodea este juego: Los directivos, los medios, los árbitros y la afición, somos complemento pues el futbol como tal solo pasa por los jugadores.

El DT se empecina con Emerson, que no actúa como carrilero, sino que se oculta en la banda y no participa al ataque. Cuando quedó solo en el 0-0 contra Gudiño, no supo resolver, ni acude a prestarle una mano a Govea que fue asfixiado en balones largos. Igual le pasa a Campos, que deslumbra con la pelota en sus pies y "esprintea" por la banda, pero su prioridad es defender su zona, donde no recibe el apoyo de Brunetta quien suele con calidad mirar al frente, pero no a su espalda.

Aquino es un notable contención, pero está claro que no vive su mejor forma, al igual que Duván, quien solo se ofrece a ratos. Con una defensa de papel, Necaxa le dio gusto a Fentanes, que sin tener mucho la pelota hizo lo necesario y se aprovechó de un grupo de jóvenes esforzados pero carentes de ideas sólidas. La adversidad hace que algunos equipos se rompan, ¿Santos está roto? Su gente quisiera que esa nube negra que lo invade rompiera sus propios límites.

Claro, también cuenta la calidad de los jugadores, pero los valores grandes de Santos se convirtieron en millones de dólares, así que solo queda para ellos pedir los saldos de sus cuentas bancarias, mientras a la distancia vemos la clase y condición del uruguayo Gorriarán en Tigres y del chileno Valdés en América, como antes Arteaga, Jorge Sánchez, Darwin, Oribe, Uriel y otros. Porque los buenos jugadores se inspiran a sí mismos y los grandes jugadores inspiran a los otros. Este bochorno disfrazado de vergüenza retoma las frases clásicas. "El tamaño del éxito se mide por la fuerza del deseo, el tamaño de tu sueño y el manejo de la desilusión en el camino".

Y mientras la gente se preocupa y los muertos se agitan en su tumba, otros supuestos héroes de papel se meten al cajón de la vergüenza, los queridos Yankees, que no pudieron pasar a la postemporada por primera vez desde 2016, al caer en su propio terreno con D'Backs 7-1 con el zurdo venezolano Rodón (3-7) que no ha hecho valer su millonario contrato. Una vergüenza que obliga a Mr. Cashman a mirar por el futuro de varios peloteros, por la reestructuración del equipo y por la decisión de seguir o no con Aaron Boone como mánager.

El beisbol se rige con los protagonistas y para medirlos hay que ver todos sus rituales, porque la vida es una continua sucesión de oportunidades de sobrevivir y así como la poesía nace del dolor, la alegría es un fin en sí misma. Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar del paisaje, pero llegar no es solamente por ilusión, hacen falta una serie de cualidades que por ahora no están.

Alejandro Tovar

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Escrito en: Al Larguero

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