Su recorrido inicia en punto de las 10:00 horas y arranca de la avenida Madero y Zacatecas, para después dirigirse al sector Alianza. (VAYRON INFANTE / EL SIGLO DE TORREÓN)
En su triciclo, del que cuelgan pequeñas piñatas, don Evaristo Macías Cueto recorre el sector poniente de la ciudad en busca de clientes, soportando las altas temperaturas que han azotado a la región las últimas semanas.
"Me la paso duro, pero tiene uno que salirle al toro", dijo el hombre de 60 años de edad, quien, desde hace dos años, decidió formar parte del equipo de distribución de esas piñatas, en apoyo a las fabricantes.
Para soportar las altas temperaturas debajo del toldo de lona, que, si bien impide el paso de los rayos del sol, no mitiga el intenso calor que se registra durante sus largos recorridos, sale de casa con una botella de refresco de dos litros llena de agua, la cual congela una noche antes para que esté fresca durante su jornada laboral.
Aunque ha habido ocasiones que resulta casi imposible no sufrir los efectos de las altas temperaturas, pues hace unos días, según compartió, estuvo a punto de sufrir un golpe de calor, al pasar varias horas bajo el toldo del triciclo en busca de clientes.
Su recorrido inicia en punto de las 10:00 horas y arranca de la avenida Madero y Zacatecas, para después dirigirse al sector Alianza de Torreón.
"Es que entre más vueltas se les da, más se mueve la mercancía", dijo el comerciante. "Si la tienes nada más en un solo lado, se mueve, pero no igual, y si les das vueltas, a todos se les antoja", compartió.
Desde la Gallina Pintadita, el Pollito Pío, pasando por los Minions y los lanza guisantes de Plantas contra Zombis, se pueden ver en el triciclo en que recorre las principales calles del sector poniente de la ciudad.
Aunque dura, su estrategia de recorrer las calles para dar a conocer su atractiva mercancía, ha dado resultados, sobre todo entre los menores de edad, quienes han sido sus principales clientes.
Y es que de las 30 piñatas con las que llena el triciclo, llega a vender hasta 27 o más. Nunca se ha dado el caso de regresar con la misma cantidad con la que salió de casa. Aunque es demandante, don Evaristo se siente contento con su trabajo, el cual le ha permitido hacer felices a cientos de niños.