Carmen Ávila y la poética de las serpientes
La poesía de la coahuilense Carmen Ávila es un subir y bajar por mesetas de emociones. En sus versos transitan las metáforas y se proyectan imágenes cargadas de palabra y silencio. Nacida en Saltillo, en 1981, la poeta ha escrito Al final de la serpiente, colmillos de escalera (2023), poemario publicado en la colección Letras del Desierto del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo.
La primera parte de este libro fue finalista del II Premio Internacional de Poesía Pedro Lastra América Invertida del Department of Hispanic Languages and Literatura de la Universidad Stony Brook de Nueva York, 2020. Esta edición del certamen recibió 212 libros provenientes de más de 10 países.
Ávila, quien se ha conectado en la llamada virtual desde Lyon, Francia, ciudad donde radica, comenta que los primeros poemas de este proyecto surgieron en un taller de creación literaria. Escribir sobre las serpientes y el imaginario que existe alrededor de estos animales. Después se percató que tenía otros poemas sueltos que no había publicado. ¿Cómo unir ambos materiales? La solución que encontró consistió en simular el juego de serpientes y escaleras, para el que lector, en un acto lúdico, pudiese transitar por los poemas de una manera no lineal.
“Ya tenía el libro de las serpientes, pero me faltaba el de las escaleras. Me dije que las escaleras son como un lenguaje donde subes y bajas, y vas alrededor de un texto. Y así lo quise armar, alrededor de este juego”.
La intención de la autora en este libro consistió en jugar, en confeccionar una especie de búsqueda en el lenguaje y en las formas. También es un libro con un carácter visual: algunos de los poemas están diseñados simulando la figura de una serpiente y se emplean otros símbolos cuya morfología evoca a este animal, tal como lo es el infinito o la clave de Sol en la teoría musical; la serpiente representa movimiento.
“Por eso el texto, desde mi opinión, es un poco rudimentario, pero lo que realmente cuenta es hacer las cosas con lo que tenía a la mano: el programa de Word y poder hacer esta búsqueda exhaustiva de cómo utilizar otros caracteres para explicar cosas de la poesía, que fuese un poco visual, pero sin llegar a lo que hacen los artistas visuales desde la literatura”.
La poética que Ávila observa en la serpiente proviene desde la lengua del animal. Esta se bifurca, como la misma lengua literaria, lo cual proporciona a la autora múltiples posibilidades como el lenguaje en múltiples idiomas y distintas características sonoras.
“Tengo un poema donde hablo de la separación de dos lenguas como el español y el francés, que venían del latín, que tenían una lengua en común y de repente se bifurcan como la lengua de las serpientes, que cada una toma su camino”.
Los poemas en forma de serpiente son también ejemplo de cómo la palabra da forma al mundo. Sin el concepto de la palabra “serpiente”, no se llamaría así al animal. Esto genera otra reflexión en la poeta, la cual consiste en la imagen diabólica con la que se ha relacionado históricamente a este tipo de fauna.
“En la tradición judeocristiana es muy mal vista, pero en otras tradiciones del mundo, como las culturas mesoamericanas, la serpiente era considerada un Dios. Pero en la tradición judeocristiana, que es la que tenemos, fue muy rebajada”.
Carmen Ávila aborda varios mitos, los intercambia: plasma a la serpiente en una lucha contra Dios de la cual siempre sale avante, como si se tratase de una fábula. “Así creo que es también la poesía. Al final, la poesía siempre sale victoriosa de cualquier prueba que le pongamos”.
Al final de algunos poemas se da la indicación de que se debe avanzar a determinada página, generando una lectura no lineal. En palabras de la autora, esta idea fue tomada de la novela Rayuela, de Julio Cortázar.
“Al final Rayuela es uno de los libros clásicos de la literatura latinoamericana y creo que en poesía no había visto un juego como lo hace Rayuela. Y sí, estoy emulando esa idea de Cortázar, transportándola a mi libro de poemas, porque es el mismo sentido del juego de las serpientes y escaleras, que subes y bajas, y regresas al punto de partida, y eso es lo que trato de hacer aquí”.