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Julio César Durán

Cineasta mexicano Julio César Durán ensaya la realidad desde la ficción

(ARCHIVO)

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SAÚL RODRÍGUEZ

Llevó su cámara a la calle para filmar un proyecto de carácter personal. Al tiempo en que escribía otra historia alterna de facciones similares, el cineasta mexicano Julio César Durán comenzó el proyecto de su cortometraje Vestigium (2021) en la aparición de la pandemia por COVID-19. Los trabajos se gestaron en el lapso comprendido entre abril y junio de 2020.

Tras estar en algunos encuentros cinematográficos como el Guanajuato International Film Festival (GIFF), Shorts México y Macabro, este ensayo audiovisual se puede apreciar en la plataforma FilminLatino, de manera gratuita, desde el pasado 10 de febrero.

“Dije: me voy a salir a la calle. Y me gustó mucho el escenario vacío de la ciudad. Ahí quedó. Ya está el elemento principal de toda la historia que resolví con una voz en off, con algunas escenas con un solo personaje”.

El proyecto fue una catarsis de ideas, de la manera en que este cineasta vivía de manera particular el encierro. El guion no habla precisamente de la pandemia, pero este suceso en la historia provocó que pudiera sacar su sentir a través del cortometraje.

“Grabábamos en días diferentes, cuando podíamos, cuando había oportunidad, cuando parecía que era seguro salir. Nos íbamos a pie, a caminar”.

Se empleó por completo luz natural, se fotografían edificios y calles de Ciudad de México, con una paleta de colores fríos, que son los tonos característicos de la capital del país. Así, en un lapso de realidad se ficciona en clara convivencia con el guion.

“Siento que lo real, o lo más palpable, son como los sentimientos. Justo, ahorita que lo dijiste, me acordé precisamente en Guanajuato, en el GIFF, en un Q&A, me preguntaba una señora: ‘Como que tu visión de la vida es muy oscura, ¿no?’. Le dije, bueno, es que más o menos fue mi manera de vivir el encierro […] Yo creo que eso fue la parte real, que fueron mis ideas, mis sentimientos, mis emociones a partir del encierro, a partir que todos estábamos viviendo lo mismo. Eso es lo real. Y esa parte de los emociones y sentimientos es lo que convive con la ficción. La ficción es lo que sostienen esos sentimientos”.

Enmarcado en los géneros experimental y de ciencia ficción, el filme de nueve minutos muestra a un personaje que viaja por el espacio y llega a la Tierra cuando la raza humana se ha extinguido. Esto aparece como un pretexto, como un andamio que sostiene al resto de la producción.

“Creo que los tonos fríos son muy de la Ciudad de México. Ese es el punto principal de la historia, de tener esos grises, ese polvo, el concreto. No creo que sea específico de esta ciudad, pero aquí vivo y es lo que veo todos los días. Vivo además en zona centro, luego que toca eso, me toca el metal, me toca el concreto, me toca, en este caso, los coches, el ruido. Eso es lo que me toca ver a diario y es como el ojo que traduje, a final de cuentas, con esta historia”.

Al cineasta le hacía sentido filmar estos espacios abandonados. Se trata de una ciudad gigantesca, de gran población, pero que su vez cuenta con edificios en abandono. Las imágenes desfilan mientras la voz de Alejandra García-Cepeda emite un emotivo discurso sobre la existencia.

Además, Julio César Durán escribió a la Corporación Estatal Espacial Roscosmos, de Rusia, para poder emplear algunas de sus imágenes y así completar la propuesta de este collage. La bitácora de viaje le parecía imprescindible.

“Yo lo siendo como si fuera una viajera de los océanos del renacimiento, que estaban descubriendo cosas nuevas, mundos nuevos y entonces hacías una bitácora, necesariamente”.

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Escrito en: Julio César Durán

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