A las 12:55 horas de este viernes Jesús de Nazaret murió en la cruz. Pero antes de ser crucificado, sufrió una gran tortura en su camino al calvario. Su recorrido fue acompañado por cientos de fieles católicos que presenciaron la representación número 84 del santo Viacrucis viviente organizado por la Parroquia de Santa Rosa de Lima de Gómez Palacio.
Las caídas y el cansancio del actor que interpretó a Jesús, las flagelaciones romanas y vejaciones, el encuentro con su madre la Virgen María, así como la crucifixión lenta y agonizante y la muerte de Judas Iscariote dieron testimonio del realismo que le imprimieron cerca de 50 actores que escenificaron el Viacrucis de mayor tradición en esta ciudad.
Jesús, representado por el joven Alfredo Pérez caminó con su corona de espinas y con una cruz de gran tamaño por las principales calles de la colonia Santa Rosa, en una procesión que constó de 14 estaciones y que tuvo una duración de casi tres horas. El fervor y las manifestaciones de fe se pudieron observar en cada una de las personas que acudieron al santo Viacrucis. Había mujeres llorando, rezando y cubriéndose el rostro mientras atestiguaban los azotes y caídas de Jesús.
Los intensos rayos del sol no impidieron que familias enteras y personas de todas las edades terminaran el trayecto. En esta ocasión, cambió el escenario donde Jesús de Nazaret fue crucificado pues se hizo en la parte alta de la parroquia.
El párroco del templo Dagoberto Sifuentes Favela recordó que el Viacrucis es devocional y que esto motiva a la gente “a tener más fe, motiva a creer más, motiva a configurarnos con Cristo”. Esta tarde, el sacerdote invitó a los fieles católicos a despojarse de todo aquello que les impide a ser felices. “No es propiamente del vestir, de nuestra ropa, sino de los sentimientos negativos. Despojarnos de aquello que daña a los demás, de las perezas, de los egoísmos, de las violencias. Despojarnos como Cristo y quedar completamente enarbolados en la cruz, ciertamente el sufrimiento nos conduce a la felicidad”.
Incluso, en la estación número diez, cuando Jesús es despojado de sus vestiduras, el padre tomó el micrófono y dijo algunas palabras, entre ellas: “Le hemos perdido respeto a la dignidad humana, provocando violencia, aceptando abortos, violentamos los derechos humanos tan básicos en nuestra fe cristiana, ¡ayúdanos Señor, a despojarnos de todo lo que nos estorba!, danos la capacidad de pedir perdón, de arrojar las redes del amor, permítenos enamorarnos de la Santísima Virgen María de Guadalupe porque ella, en su vestidura trae la dignidad y la divinidad…”.
El camino de Jesús al calvario también estuvo acompañado de voluntarios, elementos de Tránsito y Vialidad y de la Cruz Roja Mexicana. A los alrededores de la iglesia hubo una gran cantidad de vendedores ambulantes, sobre todo entre la avenida Miguel Auza y la calle Francisco Zarco.
(Foto: FERNANDO COMPEÁN / EL SIGLO DE TORREÓN)
