La mañana del Jueves Santo se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos, además los sacerdotes renovaron sus promesas.
Como es tradición en la Diócesis de Torreón, fue en la parroquia de San José, donde el obispo Luis Martín Barraza Beltrán presidió la Misa Crismal, en donde se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos.
Además, más de un centenar de sacerdotes pertenecientes a la Diócesis, renovaron sus promesas que hicieron el día de su ordenación: pobreza, castidad y obediencia.
Los óleos son aquellos que habrán de usarse para los sacramentos del bautismo, confirmación u ordenación, así como para la unción de los enfermos.
Fueron dos presbíteros quienes presentaron los óleos del Santo Crisma, el cual fue mezclado con esencias como nardos, jazmines, gardenias, y otros más, y que será utilizado para la confirmación y la ordenación sacerdotal por parte del obispo de la Diócesis de Torreón.
Posteriormente, fueron dos enfermeras quienes presentaron los óleos para la unción de los enfermos, como una forma de reconocer su labor durante la pandemia; este aceite fue mezclado con esencias de eucalipto para dar un olor reconfortante, "es un sacramento medicinal, curativo, para asistir a los cristianos en enfermedad", se explicó.
Mientras que el óleo de los catecúmenos, fue presentados por aquellos que serán bautizados el sábado en la misa pascual.
Los aceites fueron elaborados con aceite de oliva, que fuera donado por los fieles para esta Misa Crismal.
De forma previa, el obispo Luis Martín recordó que desde el domingo 8 de enero del 2023, fiesta de la Epifanía, que habla de la universalidad de la salvación, fue declarada como "El Año de la Misión 2023".
Mencionó que el 10 y 11 de marzo se realizó un retiro misionero, que fue animado por sacerdotes de otros estados.
"Para dar más que cumplimiento a lo que se tiene anunciado, que la iglesia tiene que ir al encuentro de los alejados, aquellos que no se han entusiasmado con la fe de la Iglesia y los alejados, que estuvieron animados y que por algo se 'enfriaron', hecho que nos los recordó mucho la pandemia, porque se alejó la gente y no se ha podido hacerlas regresar a las celebraciones como antes".
Prueba de ello, es que en la última década, bajó del 82 al 77 por ciento, el número de católicos en la región.
"Hay otros criterios que a nosotros nos preocupan más, de ese porcentaje falta entusiasmo, participación… falta coherencia de vida, que sean conformes al evangelio".