EDITORIAL Columnas editorial Enríquez Caricatura editorial

Civitas

Debate

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

El debate sí tuvo sabor. Pasó de todo: señalamientos, críticas, propuestas, risas, chiflidos y abucheos. Hasta ahí, nada fuera de lo normal. Es aburrida una discusión donde las partes piensan lo mismo, o peor todavía, donde surgen monólogos. El debate del domingo 16 de abril en el Teatro Nazas, fue buen escenario para conocer los perfiles de los candidatos y sus propuestas, rumbo a las elecciones de gobernador en Coahuila. Desde las inmediaciones del teatro, ya se calentaban los ánimos a favor de los candidatos. Los equipos de campaña tomaron cada uno sus espacios con tamboras, bocinas, templetes y banderas. Unos por la Valdés Carrillo, otros por la Morelos y la Cepeda. A unas cuadras del foro, el ambiente previo fue festivo y anunció una guerra simbólica, como son las elecciones. Por lo mismo, los debates son la sal y pimienta de las contiendas.

Manolo Jiménez, de la Alianza PAN-PRI-PRD mantuvo su lugar, se plegó al guion y no cayó en las provocaciones constantes de los candidatos de Morena y PT. Consciente de liderar las encuestas, procuró cuidar su espacio y concentrarse en las propuestas. Sin embargo, sorprendieron los filosos cuestionamientos que hizo la periodista y moderadora, Sandra Romandía. Ya me imagino la reprimenda del poder a los consejeros electorales afines al PRI. De apretarlo un poco más, la moderadora lo habría sacado de sus casillas.

Sobre ese punto, fue positivo que los moderadores Javier Solórzano y Romandía no fuera floreros, sino actores del mismo debate. Una y otra vez regresaron a los candidatos al tema de las preguntas, cuando estos se iban por la tangente. Aunque las respuestas fueron variopintas.

Por su parte, Ricardo Mejía del PT, arrancó con la espada desenvainada. Cuestionó fuerte y duro, en especial a Armando Guadiana, pero también a Jiménez. Se proclamó como el bueno de la 4T. Su propósito es alcanzar al segundo lugar, por lo tanto, concentró las baterías en Guadiana. El mensaje fue estructurado y logró polemizar, sobre todo, en el papel de los policías, lo cual rayó en la denuncia.

Más allá del sombrero de Guadiana, la imagen del candidato de Morena, quedó a deber. Su discurso fue disperso y desparpajado. Bien haría su equipo de campaña, en ayudarlo con enumerarle del uno al diez, las propuestas. Se veía cansado y distraído. Ni siquiera pudo recordar el año de la denuncia que presentó contra la deuda. Tampoco le salió el chiste. Eso sí, por momentos, su estilo campechano provocó risas en el público. En esos menesteres, el lenguaje corporal lo dice todo. Los ademanes y aspavientos que hizo contra Mejía, mostraron su tirria al candidato que le resta puntos. Ni siquiera lo nombró, sólo lo señaló desdeñoso con las manos. Dicha disputa, abona al candidato de la Alianza.

Lenin Pérez, candidato de UDC y Verde, se expresó bien y claro, tiene propuestas, pero su lugar en las elecciones está destinado a un raquítico e insuficiente porcentaje. Dicho en otras palabras, no pinta, y él lo sabe. Aunque su candidatura solitaria en algo suma al poder.

Por momentos, el público en el debate no respetó la regla del silencio, e irrumpió en varias ocasiones con risas, siseos, abucheos y porras a los candidatos. Habrá quien repruebe esas manifestaciones, pero sin duda, son inherentes a la política misma. Durante las campañas las pasiones están a flor de piel. A ratos, el Nazas fue auténtico teatro político gracias a la intervención del público asistente. Su participación terminó de sazonar el debate. Por puesto, las reacciones del público y el golpeteo entre los candidatos, no es muy diferente de lo que se vive en las contiendas democráticas de otros países. Tampoco es muy diferente a lo que sucede en los debates de cámaras y parlamentos. Hasta los más correctos y elegantes británicos, desbordan las pasiones en los debates públicos.

Otro momento que suscitó tremendo abucheo, fue cuando el candidato de la Alianza, afirmó que el moreirato no existe. La reacción del público fue al unísono. Hay que decirlo con todas sus letras, elecciones van y vienen, pero la nefasta herencia de los hermanos sigue ahí: el elefante en la sala.

En las próximas semanas la temperatura de las campañas subirá, ya veremos si se mueven las preferencias o todo se mantiene igual. Por lo pronto, no adelantemos vísperas.

Nos vemos en Twitter: @uncuadros

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Editorial Carlos Castañón Cuadros editoriales

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2187331

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx