Hace once años escribí en La Jornada: La Comarca Lagunera empieza a voltear hacia sus presas y hacia uno de sus ríos, el silenciado Nazas. El severo desabasto de agua en amplias zonas de las ciudades, precedido por el incremento de arsénico en el líquido que se bebe en la conurbación Torreón-Gómez Palacio-Lerdo, centro norte de México, prende los focos de alarma y hace voltear a la población hacia una de sus fuentes naturales de agua, orgullo antiguo de la región, el río Nazas. Era el año 2012, tenía a la vista los desfogues del sistema de presas de la primera década del siglo XXI. Entraban en operación los primeros "filtros antiarsénico" en Torreón y Gómez Palacio. ¿Qué sucedió después? ¿Cuál es la situación en 2023? ¿Qué futuro tendrá el amparo de la Suprema Corte de Justicia para la recuperación del acuífero Principal? ¿Será el proyecto Agua Saludable solución de la crisis estructural del agua en esta porción del país? -No. ¿Hacia dónde va esta vasta región, convertida hoy en referente de la problemática hídrica nacional y de la búsqueda de alternativas?
Esta era la imagen en 2012: Seco durante 66 años por efecto del sistema de presas de La Laguna, el productivo lecho del río Nazas fue convertido al paso de las décadas en basurero regional, asiento de colonos precaristas en tramos, de estableros lecheros y de explotaciones pétreas, así como en depósito de aguas negras industriales, tolerado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La diferencia es que ahora ya son 77 años, con cambios pequeños.
Sometido radicalmente por la presa Lázaro Cárdenas, el río Nazas dejó de aportar agua a las cavidades subterráneas de La Laguna desde 1946.
Hasta 1968, el acuífero Principal había dejado de recibir cada año 126 millones 75 mil metros cúbicos de agua para su recarga, según cuantificó el doctor en ciencias por el Colegio de Postgraduados de Montecillo, Texcoco, Carlos Cháirez Araiza, en la tesis de 333 páginas titulada "El impacto de la regulación de los ríos en la recarga de los acuíferos: El caso del acuífero Principal de la comarca de La Laguna", investigación de 2005, pionera en su tipo.
Y a partir de 1968, por efecto de la presa Francisco Zarco, entonces inaugurada, el déficit se incrementó a 475 millones 69 mil metros cúbicos cada año, "hasta la actualidad".
En 2006, encontré esa tesis por casualidad en el archivo municipal "Eduardo Guerra" de Torreón y tuve la oportunidad de publicar un amplio reportaje con sus resultados de investigación bajo el título "Las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco dañaron al acuífero Principal. Primera cuantificación del déficit en La Laguna".
El impacto de tal déficit de agua sobre las partes media y baja de la cuenca del Nazas fue implacable, devastador: desaparecieron tres enormes lagunas -De Mayrán, Viesca y Tlahualilo-; se extinguieron los manantiales naturales de la zona de Viesca; murieron las extensas arboledas que se esparcían en las orillas del río; desaparecieron los micro-climas por el revestimiento de canales y la eliminación de árboles que crecían en las acequias, y se acabaron diversas especies animales que vivían del cauce.
Asimismo, al secarse el subsuelo aparecieron grietas enormes de profundidad considerable, se abate progresivamente el acuífero y se pierde la calidad de su agua, y por si fuera poco, aumentan las pérdidas de líquido por evaporación y por filtración en los embalses mientras proliferan las faltas administrativas en el manejo del sistema regional de presas.
En resumen; la promisoria región de La Laguna no alcanzó con su sistema de presas la alta calidad de vida, sustentable, prometida, sino que fue convertida, en muy pocos años, en el páramo amenazante y peligroso que es hoy.
El impacto destructivo de las presas no tiene precedente en la historia regional.
Complemento hidráulico del reparto agrario de 1936 en La Laguna, la presa Lázaro Cárdenas -que eliminó al pueblo El Palmito y recogió el nombre del presidente de la República promotor del modelo ejidal-, pronto fue arrebatada por una gestión proclive cada vez más al empresariado agrícola, hasta que en los años 90, tras el colapso algodonero y una crisis campesina desoladora, tierra y agua pasaron a manos casi exclusivamente privadas que sólo encuentra sentido en la acumulación de ganancias.
La historia de la zona lechera -insaciable usuaria número uno de agua de la cuenca del río Nazas- corre paralela a la acelerada apropiación del líquido y al impacto del sistema de presas sobre esta región, de 1950 a la actualidad.
La sobreexplotación del agua subterránea y de las presas para la cuenca lechera sobre todo, se agudizó en total opacidad con el acaparamiento de tierras y derechos de agua, hasta el brote del neolatifundismo que sobrevino tras la reforma al artículo 27 constitucional de 1991.
El agua fue convertida en un gran negocio privado, a todos los niveles, mientras se complica la crisis hídrica estructural de La Laguna.
@kardenche