Powerhouse Brattørkaia en Noruega. Crédito: ArchDaily
Cuando abordamos el cambio climático y sus impactos en el planeta, a menudo se considera un desafío personal. Se buscan formas de contribuir, como reducir el consumo de agua durante la ducha o apagar las luces en casa cuando no están en uso. Sin embargo, resulta difícil imaginar a todos actuando de la misma manera para lograr un cambio significativo a nivel global. Por eso es crucial pensar a gran escala y explorar las contribuciones de la arquitectura moderna para mejorar la Tierra, ya que una de las principales soluciones puede residir en los edificios de energía positiva.
En la exploración incansable de soluciones energéticas sostenibles, emerge el Powerhouse Brattørkaia en Noruega, un edificio que redefine los límites de la arquitectura ecoamigable. Ubicado en la vibrante ciudad de Trondheim, este innovador rascacielos es un verdadero faro de esperanza en la lucha contra el agotamiento de los recursos naturales.
En su esencia misma, un edificio con energía positiva se convierte en un equilibrista energético, generando casi la misma cantidad de energía que consume anualmente. Sin embargo, el Powerhouse Brattørkaia va más allá de esta simple simetría. Este prodigio de la construcción produce un excedente energético, una hazaña verdaderamente asombrosa.
¿Cómo logra este edificio vanguardista mantenerse en pie sin agotar los recursos del planeta? La respuesta reside en su ingenioso diseño y enfoque inquebrantable en la eficiencia energética. El Powerhouse Brattørkaia utiliza una combinación de paneles solares hábilmente dispuestos, tecnología de captura de calor y sistemas de almacenamiento de energía de última generación.
Este inmueble pionero no solo satisface sus propias necesidades energéticas, sino que también inyecta un excedente en la red eléctrica local, contribuyendo así a la disminución de la dependencia de fuentes no renovables, un logro extraordinario en el camino hacia un futuro más sostenible.
El Powerhouse Brattørkaia, diseñado por la reconocida firma internacional de arquitectura y diseño Snøhetta, ha sido destacado en el sitio web Business Norway. En el artículo titulado Norway is pioneering energy-positive buildings (Noruega lidera la vanguardia de los edificios energéticamente positivos), Rune Grasdal, arquitecto senior en Snøhetta, profundiza en el impacto de los edificios de energía positiva y establece los principios fundamentales que deben regir su creación.
“Nos encontramos comprometidos en reducir de manera significativa la huella de carbono de la industria de la construcción y en edificar estructuras que generen un excedente de energía a lo largo de su ciclo de vida, incluyendo las fases de construcción y demolición. Al mismo tiempo, nos negamos a comprometer la calidad arquitectónica o la experiencia del usuario”, declara Grasdal.
Invita a imaginar un futuro urbano donde los edificios son mucho más que estructuras funcionales: representan monumentos al potencial humano y a la capacidad de coexistir en armonía con la naturaleza. En este escenario, los edificios de energía positiva se erigen como gigantes resplandecientes que no solo son hermosos a la vista, sino que también encarnan una visión audaz de un futuro sostenible.
AYUNTAMIENTO DE FRIBURGO
Los amantes y conocedores de la arquitectura deben aceptar que, para el ciudadano común, escuchar que una construcción tiene energía positiva suena demasiado alejado de la cultura popular como para ser un concepto fácilmente identificable. Podríamos atrevernos a decirles “edificios felices” con el fin de facilitar su incorporación a las conversaciones cotidianas.
Una de las promesas que se espera que cumplan las ciudades del futuro al llenarse de edificios positivos (o “felices”) es que, además de ofrecer el beneficio de generar energía a favor, se produzca un cambio en la vida de las personas. Se aspira a que la vida sea menos estresante y haya mejoras en la salud mental de la sociedad en su conjunto.
Por eso, la idea de que un ayuntamiento esté en un edificio feliz plantea una revolución. ¿Podría imaginarse que ahí desaparezcan los escollos de los procesos burocráticos y sea un lugar tan hermoso para trabajar que incluso cuente con una guardería para sus empleados?
El ayuntamiento de Friburgo, Alemania, con su imponente presencia y diseño vanguardista, se eleva como un faro de innovación en el campo de la arquitectura sostenible y la eficiencia energética. Concebido por el renombrado estudio Ingenhoven Architects y conocido también como el Rathaus de Stühlinger, este magnífico edificio de seis pisos alberga a más de ochocientos empleados municipales.
Tras ganar un destacado concurso arquitectónico internacional en 2013, la obra se materializó y fue inaugurada en noviembre de 2017. En reconocimiento a su propuesta arquitectónica y su enfoque sostenible, el ayuntamiento de Friburgo fue galardonado con el Premio Alemán de Sostenibilidad en 2019, otorgado por el eminente Consejo Alemán de Construcción Sostenible.
Según Ingenhoven Architects, el ayuntamiento ha sido diseñado con altos estándares de eficiencia energética, siguiendo los rigurosos criterios de Passivhaus. La demanda de energía primaria para calefacción, refrigeración, ventilación y suministro de agua caliente en el inmueble es de solo 55 kilovatios hora por metro cuadrado al año, lo que representa solo el 40 por ciento de la demanda de energía primaria de edificios modernos comparables.
Además, la climatización de las oficinas reúne diferentes elementos para maximizar la eficiencia energética, incluyendo la activación de masa térmica, velas de calefacción/enfriamiento, protección solar externa, vidrios triples y ventilación de fondo mecánica con recuperación de calor. Los usuarios también tienen la posibilidad de controlar manualmente el clima de las habitaciones a través de paneles de ventilación abatibles que permiten la entrada de aire fresco.
La cereza en el pastel que ofrece el sitio web de Ingenhoven Architects es la fotografía de la guardería, donde dos niños tranquilos juegan en medio del ayuntamiento, representando una niñez que muchos ya no pensaron que sería posible: creciendo sin tabletas, sin teléfonos celulares.
Son muchas las razones por las cuales todos los ciudadanos de cualquier lugar deberían exigir construcciones felices.
CONEXIONES
Los edificios que encarnan la energía positiva fomentan una conexión íntima con este nuevo paradigma arquitectónico. Es como si una novedosa filosofía de vida se desplegara ante una sociedad que aborda con seriedad la crisis climática y escruta meticulosamente cada esfuerzo de construcción urbana, ya sea en las grandes ciudades de Europa o dentro de nuestras propias fronteras.
Si bien el concepto de edificios de energía positiva apenas va en sus primeras etapas, la realización de su inmenso potencial, capaz de devolver la energía consumida en poco tiempo, enciende la creencia de que un futuro mejor trasciende la mera ensoñación. La actualización está en proceso.