(RAMÓN SOTOMAYOR)
Está en su casa, en Ciudad Juárez, Chihuahua, urbe fronteriza donde reside desde hace más de seis décadas. El rostro del escultor Vladimir Alvarado (Saltillo,1938) dibuja sus arrugas en la pantalla. Tiene 85 años de edad. Porta anteojos, camisa blanca, sombrero oscuro. Se refiere a sí mismo en plural y comenta que ha recopilado notas de periódicos para la entrevista, entre ellas de El Siglo de Torreón.
El pasado 7 de abril se cumplieron 40 años de la inauguración del actual Cristo de las Noas, escultura colosal de 22 metros que custodia desde lo alto de un cerro al sur de la ciudad. Se trata de una estructura hueca de hormigón, donde la figura de Jesús se muestra con los brazos extendidos en alusión a su resurrección. Don Vladimir también comparte el contrato que en 1981 firmó para la elaboración de este monumento religioso.
El maestro nació en Saltillo, el 16 de marzo de 1938, pero se mudó a Torreón junto a su familia cuando tan sólo tenía 11 años. Aquí se gestó su gusto por el ejercicio artístico y más tarde, alrededor de 1957, se inscribió en la Escuela de Artes, institución que se ubicaba en el cruce de avenida Matamoros y calle Leona Vicario. En esas aulas recibió la instrucción escultórica de José Ángel García Noé, uno de sus primeros maestros.
En 1960 se trasladó a Ciudad de México para continuar con sus estudios de escultura en la Academia de San Carlos. Nunca se interesó por otras disciplinas como el grabado o la pintura, él quería moldear con las manos. En la capital del país fue alumno de Ignacio Asúnsolo (quien también instruyó a su maestro José Ángel García Noé) y acudía a su estudio como ayudante.
“Él era oriundo de Parral, Chihuahua. Estuve estudiando con él. Me invitó como ayudante en sus trabajos que iba recibiendo en ese tiempo. Entonces yo participé ayudándole en levantar esculturas monumentales o asistiendo a su estudio. Para mí ya era un honor muy grande el que me invitara a su casa, a barrer o limpiar su estudio. Era un honor estar cerca de él”.
También tuvo la oportunidad de laborar en una fundición de esculturas. Era un trabajo que le importaba, le interesaba y le convenía. Así aprendió el proceso de la fundición en bronce y en 1964 se trasladó a Ciudad Juárez. Allá comenzó a trabajar e instaló su propio taller de fundición. Recordar esos tiempos le insta a reflexionar y declara que vivir del arte en México ha sido muy difícil.
“Nos vinimos a radicar a Ciudad Juárez. Aquí empecé a fundirles a escultores y tenemos la ventaja de que estamos en frontera con El Paso, Texas. Entonces, poco a poco nos fuimos dando a conocer. Nos fueron apoyando escultores de ciudades cercanas”.
Primeros trabajos en Torreón
Homero H. del Bosque Villarreal, quien en 1979 resultó electo alcalde de Torreón, fue el primero en invitar a trabajar a Vladimir Alvarado para dotar de esculturas a la ciudad. “Le hicimos ese primer trabajo que fue un busto de los fundadores de Torreón. Hicimos varios bustos”, recuerda.
En esa misma época, Homero H. del Bosque le encargó diseñar la escultura monumental de La Soldadera (La Adelita), ubicada actualmente en la calzada Ávila Camacho y calzada Profesor Ramón Méndez. Se trata de un homenaje a la mujer soldadera de la Revolución Mexicana, cuya instalación concluyó en noviembre de 1980.
Otra obra suya es el Hombre del campo, estatua conocida popularmente como El Campesino, que se levanta en el entronque entre el Periférico Raúl López Sánchez y la antigua carretera a San Pedro, inaugurada en 1981.
De su autoría también fue una escultura al poeta Gibrán que se ubicaba en la Alameda Zaragoza y la estatua del general José Agustín Castro en Gómez Palacio, entre otros trabajos.
Proyecto del Cristo de las Noas
Don Vladimir comparte que, justo cuando se encontraba en una de sus visitas para supervisar el proyecto de La Soldadera, fue abordado por el padre José Rodríguez Tenorio y el señor Benjamín Aguilar Méndez, un comerciante del Mercado Alianza. Ambos lo invitaron para colocar un nuevo Cristo en el Cerro de las Noas, pues en ese relieve ya se ubicaba un monumento más austero desde hace algunos años.
“A este señor, don Benjamín, le han dado poca importancia en Torreón. Él se echó a cuestas el compromiso de pagar todo lo que costara la elaboración del Cristo de las Noas”. El escultor toma la hoja del contrato, busca una fecha, la encuentra, dice que ese papel lo firmó con el obispo Fernando Romo el 23 de marzo de 1981.
Don Vladimir aclara que la escultura no se trata propiamente de un Cristo, sino de un Jesús de Nazaret. “Para que fuera un Cristo tendría que estar en la cruz”. Añade que se considera escultura colosal porque su altura es ocho veces el tamaño de una persona promedio.
El primer modelo que presentó fue rechazado y entonces propuso el actual, basado en lo que buscaban quienes lo habían contratado. Para su elaboración, primero diseñó un modelo a escala de 1:10 en plastilina, regresó a Ciudad Juárez donde comenzó a levantarlo. Luego hizo moldes en yeso que envió a Torreón en tres etapas distintas.
“Terminamos los moldes de la primera parte y los enviamos a Torreón, que fue cuando empezaron a hacer el vaciado de concreto hasta la parte que yo les mandé. Ya estaba trabajando la segunda parte. Cuando termino la segunda parte el proceso es el mismo: se hace molde, se hace una plantilla, la plantilla se pone a nivel de piso, los moldes de la segunda parte se mandan a Torreón y ahí se continúa levantando la escultura”.
El último molde correspondió a la parte de los brazos y la cabeza. Los registros periodísticos señalan que el Cristo de las Noas recibió la bendición el 17 de abril de 1983. Don Vladimir también recuerda esa fecha, porque días antes aconteció un accidente donde una camioneta cayó a un precipicio en el Cerro de las Noas, arrojando un saldo rojo de 10 personas fallecidas y 20 heridas.
Actualmente, don Vladimir continúa trabajando con su talento, pero dice que ya no atiende encargos y sólo se dedica a diseñar obra propia. En octubre de 2021, el Museo de Arte de Ciudad Juárez inauguró Del sigilo a la figura, una exposición retrospectiva sobre la obra del escultor coahuilense.
“Torreón es muy importante en mi vida, porque ahí inicié mi carrera […] es una época muy especial, muy grande y más ahora que mucha de mi obra la tengo ahí”.