Estamos viviendo entornos altamente polarizados; esto es válido para un país como México y lo es para muchos otros en el planeta. Actualizo el tema a partir de dos textos de reciente publicación.
Mark Freeman, del Instituto para las Transiciones Integrales (IFIT), busca promover un debate más estructurado entre personas dedicadas a la academia o a la práctica, a fin de aproximarse a una comprensión compartida de la polarización. Esencialmente, el término "polarización" se relaciona con la noción de polos y distancia, así como con la intensidad y la divergencia. IFIT encuentra que la polarización implica una distancia significativa entre los polos, ya sea física, ideológica o emocional. A diferencia de otros términos como radicalización, extremismo o tribalismo, la polarización se puede entender como: "Una división o conflicto prominente que se forma entre grupos importantes en una sociedad o sistema político, y que se caracteriza por la agrupación y radicalización de puntos de vista y creencias en dos polos distantes y antagónicos".
En otro texto más enfocado en EUA, Rachel Kleinfeld señala que: (1) Existe una percepción incorrecta acerca de la polarización ideológica: Los votantes estadounidenses están menos polarizados ideológicamente de lo que creen, (2) En cambio, los políticos de ese país sí se encuentran altamente polarizados ideológicamente, (3) Lo que sí existe entre votantes es una creciente polarización emocional o "polarización afectiva", (4) Kleinfeld sostiene que es poco probable que la polarización afectiva por sí sola provoque un retroceso democrático o violencia política: Es decir, lo que más puede contribuir a un entorno político divisivo, es el cómo estos sentimientos interactúan con los sistemas de votación, los incentivos para los candidatos y las relaciones personales, (5) Los líderes políticos desempeñan un papel crucial en la manipulación de la polarización afectiva utilizando retórica que demoniza al otro partido. Pueden dirigir sentimientos de enojo y miedo hacia ciertos grupos, haciendo que la violencia política parezca normal o incluso heroica, (6) No obstante, de acuerdo con estudios, la polarización afectiva no causa directamente la violencia política, aunque ésta puede contribuir a un entorno que permite a los políticos y líderes de opinión aumentar la violencia dirigida hacia actores específicos, (7) Por consiguiente, comprender la interacción entre la polarización ideológica y afectiva, así como la influencia de los líderes políticos, es crucial para comprender las dinámicas de la polarización en EUA.
Según la autora, los programas de pluralismo por sí solos son insuficientes para reducir la polarización pues éstos pueden cambiar los sentimientos individuales, pero no necesariamente afectan los comportamientos antidemocráticos, las preferencias por candidatos antidemocráticos o el apoyo a la violencia política. Estos programas deben ir acompañados de intervenciones que modifiquen cómo se incentiva a los políticos a utilizar la polarización afectiva como estrategia política. Las intervenciones más efectivas son aquellas que buscan reducir los temores de que el otro lado vaya a socavar las normas democráticas. Los proyectos que fomentan la acción coordinada a pesar de las diferencias, centrándose en objetivos compartidos a pesar de opiniones divergentes, pueden superar la polarización partidista, construir confianza y avanzar hacia una democracia más justa.
Estamos hablando, por supuesto, de discusiones inacabadas. Quizás para entender otros entornos como el mexicano, se necesita llevar a cabo estudios cualitativos más hondos y usar toda esa información para idear formas más eficaces para la colaboración.
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