La situación actual del agua subterránea en la Comarca Lagunera se ha convertido en un tema de todos, es tal el volumen de información que recibimos a diario y la necesidad sin satisfacción del vital líquido que sufrimos gran parte de los laguneros que ya es común que esté presente en las charlas informales, en las conversaciones de los grupos de WhatsApp, en las catarsis de los hilos de los histéricos tuiteros y en los comentarios y pensamientos del Instagram y Facebook y en general en todas las redes sociales. Dos anécdotas me lo confirman: el otro día apareció en mi celular un video en el que una persona joven con atuendo vaquero y al ritmo de música de banda movía afanosamente una botella de cerveza que sostenía en su mano derecha al mismo tiempo que decía: cuál problema de agua, cuál, si con esta tenemos, no necesitamos más. Desde luego este es el lado chusco de las expresiones digitales, pero existen otras que debaten y aportan al tema de todos, tales como los podcast de Red es Poder y la Otra Radio, los reportajes de Plaza Pública, Nomádica y la Otra Radio entre muchos otros.
En otra ocasión tuve una charla muy seria con un joven jardinero, nos encontrábamos en mi pequeño jardín y con cara de decepción comentó: ¿a usted le gusta todo lo del desierto verdad? Le acababa de decir que yo no pondría pasto, que en lugar de pasto iba a poner piedras y en lugar de los presumidos ficus pondría cactus y cenizos, lo cual ya hice, ¿es por el agua verdad? Contesté que sí y argumenté que trataría hasta donde fuera posible evitar comprar el agua de las pipas. Luego volvió a preguntar: ¿Usted cree que algún día se resolverán los problemas del agua? De donde yo vengo hay un pozo que ya da muy poca agua y unas gentes que se habían llevado tantita agua para analizarla, regresaron y nos dijeron que el agua del pozo estaba envenenada con arsénico y que no debíamos tomarla ni usarla para cocinar. Sólo esa agua hay en el rancho. Una historia típica y triste de la periferia rural de la zona metropolitana. Sin duda. Con pocas palabras, con desconfianza y pena este joven había señalado los dos grandes indicadores del problema del agua en la región: el abatimiento del nivel freático del acuífero y la contaminación del agua con Arsénico y Flúor.
Una problemática que ya se encuentra también en la zonas urbanas y, que de seguir por el mismo camino de la depredación iremos acabando con las pocas vetas de agua que nos ofrece el acuífero, empleo el término de vetas porque en nuestra Comarca el aprovechamiento económico del agua se asemeja al de una mina que finalmente extraerá hasta la última gota hasta que se agote y entonces abandonarán la mina y como buenos mineros explorarán nuevas minas de agua y luego se llevarán su sistema de producción agropecuaria depredatorio y minero, ahora nómada también, al sitio nuevo y continuará la expoliación.
Ahora que el tema es de todos, la opinión de los clasemedieros principalmente expresa la expectativa de que el Programa Agua Saludable resolverá el problema y que volveremos a tener el chorro de agua como antes. Nada más alejado de la realidad, el tamaño de la decepción será mayor que el tamaño de la expectativa.
Aun este Programa que amortiguaría la caída de la Comarca, evitando el colapso, necesita de un gran número de pozos de los ya existentes para lograrlo. El problema es que dichos pozos se encuentran en la zona de mayores abatimientos del nivel freático y por ende de gran contaminación por Arsénico y Flúor: la zona metropolitana.
Luego entonces ¿qué hacer? Una condición inicial Sine qua non tendría que ser detener la depredación del agua mediante la reducción del bombeo y paralelamente crear un plan de desarrollo económico alternativo para la zona metropolitana que fortalezca la resiliencia económica y social y así, ampliar nuestras capacidades de adaptación a una de las amenazas más inmediatas: el cambio climático.
El tema de todos pronto se elevará a nivel de conciencia pública y entonces serán más factibles los cambios que son necesarios para transformar la base de todas las actividades económicas y sociales de nuestra región: la gestión sostenible del agua.