En la desesperada ambición de obtener votos y con ello poder, dinero y posiciones políticas, los partidos mexicanos llegan a extremos de enorme riesgo para la incipiente democracia mexicana.
Nos referimos a esa tozuda insistencia de seleccionar a candidatos populares y carismáticos pero que difícilmente cuentan con los perfiles más apropiados para los puestos políticos a disputar.
Tal es el caso de Movimiento Ciudadano cuyo militante Samuel García Sepúlveda a sus 35 años coquetea con la posibilidad de buscar la presidencia de la República cuando no ha cumplido dos años al frente de la gubernatura de Nuevo León.
Al partido MC de Dante Delgado le urge encontrar un personaje que le atraiga votos suficientes para garantizar su registro en el 2024 y al mismo tiempo incrementar posiciones en el Congreso de la Unión, así como en gubernaturas, alcaldías y legislaturas estatales.
García obtuvo la senaduría por Nuevo León en el 2018 y tres años después se lanzó por la gubernatura que ganó sorpresivamente apoyado por la enorme popularidad de su esposa Mariana Rodríguez, una exitosa"influencer" en esa entidad.
En contraste Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey por el MC y cuya popularidad supera a García, anunció que no buscará la presidencia de México porque desea cumplir su compromiso con los regiomontanos, prepararse mejor como político y ser humano, y porque en estos momentos su misión de padre es más importante a cualquier aventura electoral.
Samuel García aprovechó la recta para tantear las aguas con el evidente apoyo de la dirigencia de MC, el único obstáculo que podría impedir la candidatura del gobernante neolonés es que Dante Delgado negocie en las alturas la designación de Marcelo Ebrard, posibilidad que no debe descartarse.
Pero en Morena no cantan mal las rancheras.
Ya con el bastón de mando en su poder, Claudia Sheinbaum decidió lanzar a Omar García Harfuch como candidato a la jefatura de la Ciudad de México.
Los morenistas desean a toda costa explotar la popularidad del ex secretario de Seguridad Pública capitalina para mantener el control de la capital del país y recuperar las alcaldías perdidas en el 2021.
Lo que no entienden Claudia Sheinbaum y sus asesores es que el carisma de Omar García está fincado en su relevante desempeño en la seguridad capitalina al reducir drásticamente los índices de criminalidad en los años recientes.
El ex funcionario cobró fama a raíz del atentado que sufrió el 26 de junio de 2020 cuando fue atacado por un comando del Cártel Jalisco Nueva Generación en pleno Paseo de la Reforma de la capital azteca. Omar García se recuperó milagrosamente de los tres balazos que recibió y se reintegró en pocas semanas a sus actividades.
Sin lugar a dudas ganará la gubernatura de la ciudad de México, sin embargo, queda por ver si tendrá la capacidad y experiencia para lidiar con la aguerrida asamblea legislativa, con los 16 alcaldes y con el inmenso número de asociaciones políticas que operan en la capital azteca.
García Harfuch sería el secretario de Seguridad Pública ideal para el próximo sexenio por su trayectoria en esas lides en donde se ha preparado a conciencia, pero a los partidos les urgen votos y para ello sacrifican a sus figuras más populares.
Algo parecido podría señalarse de Xóchitl Gálvez, quien en un santiamén fue convertida en candidata presidencial por el Frente Amplio por México. Sin embargo, la hidalguense cuenta con experiencia profesional y política suficientes para asumir el más alto cargo del país y no ocupa en estos momentos una gubernatura o algún puesto que no convenga abandonar.
La democracia en México está en serio peligro por ese afán de ganar votos y posiciones sin que los partidos se preocupen en colocar a los hombres y mujeres idóneos en los cargos públicos. No nos quejemos luego del avance del autoritarismo ni del abstencionismo electoral.
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¿Pero qué necesidad hay deprovocar a los mexicanos con la inclusión de contingentes militares rusos, nicaragüenses, cubanos y chinos en el tradicional desfile del 16 de septiembre de la ciudad de México? ¿Se imaginan el escándalo que ocasionaría en el país si se invitara a tropas norteamericanas a participar en dicha marcha? ¿Por qué entonces permitir que desfilen soldados de naciones consideradas dictaduras represivas? ¿Pero qué necesidad?, como diría Juan Gabriel.
