El Presidente no nos permite extrañarlo. Quiere ocupar todos los espacios al costo y desgaste que sea.
Fue un fin de año movidísimo y el inicio de uno nuevo, todavía más.
Lejos los tiempos que permitían fantasear con el "puente Guadalupe-Reyes". Referirse a eso, solo evidencia la generación a la que uno pertenece. No precisamente la más reciente.
Todavía hasta hace unos años, la temporada decembrina era sinónimo de relajamiento, de mover bigote en exceso y empinar el codo con enjundia. (Con excepción del levantamiento zapatista en 1994). Informativamente no nos dio descanso.
La velocidad de las efímeras noticias y cómo unas desplazaban a otras en tan breves momentos, dejaron poco espacio para asimilarlas y hacer un ejercicio de reflexión. Sin embargo, la brutalidad de algunas de ellas, como el atentado contra Ciro, nos sacudieron de manera inconmensurable.
Algo que contribuyó a este ánimo fue que no bajó la actividad política, comenzando por la Mañanera. No deja de sorprender que el Presidente no nos permita extrañarlo. Quiere ocupar todos los espacios al costo y desgaste que sea.
Nadie le hubiera tomado a mal que se fuera a "La Chingada" (ese nombre se lo puso él a su finca de Palenque, Chiapas) por unos días. Hubiera descansado y nos hubiera dejado descansar, hasta de él mismo, de su imagen, de sus dislates, de sus ocurrencias y de sus otros datos. De su comodina medida para juzgar a los demás, los cercanos y distantes.
Pero, no. El chiste era no dejar espacio vacío, que ya sabemos que se llena de lo que sea.
Así que, tras el triunfo de Argentina en el Mundial de Futbol, nos asombramos con la obscena maniobra del impresentable "Alito" para prolongar su gestión como presidente priista, la vergonzosa intromisión del gobierno mexicano en la revuelta peruana y el affaire de la todavía ministra de la Corte, Yasmín Esquivel, La Plagiaria.
Murieron el Rey Pelé y el Papa Emérito Benedicto XVI.
Arrancamos el 2023 con Lula, otra vez presidente de Brasil y la frustrada intentona golpista, y con la ministra Norma Lucía Piña Hernández, como nueva presidenta de la Corte, tras la fallida intentona de La Plagiaria, a quien el propio López Obrador defendió y justificó con el argumento de que sus anomalías juveniles no se podrían comparar con las de los "conservas".
Días después comenzaron las cerezas del pastel. Previo a la llegada del presidente Biden, el gobierno López Obradorista capturó en sangriento operativo a Ovidio Guzmán, hijo de "El Chapo", a quien se acusa de ser uno de los principales introductores de Fentanilo, a los Estados Unidos. Un operativo que causó sorpresa porque se tenía la impresión de que poco se apretaba a ese Cártel y porque en el afán de someterlo poco importaron las bajas civiles y militares y que se ametrallara desde un helicóptero, lo que tanto criticó el presidente cuando la Marina abatió a otro narco y sus cómplices, en Nayarit, en 2017.
Hace una semana, el Metro le volvió a jugar rudo a la doctora. Ella vio moros con tranchetes y ya tiene ahí a la Guardia Nacional.
El domingo pasado, Andrés Manuel López Obrador vivió uno de sus grandes momentos como gobernante.
Gracias a los buenos oficios de su Canciller, logró que el hombre más poderoso del mundo aterrizara su avión en el AIFA y le diera ride en La Bestia, lo que quizás podría ser lo más tangible de la Cumbre Trilateral, pues el premier canadiense tuvo el gesto de arribar y despegar desde ahí.
De los highlights de la Cumbre, perdurarán las ocurrencias y descortesías de nuestro presidente, quien lo mismo se adueñó del micrófono que violó los protocolos de seguridad de su poderoso visitante. Total, "si ya saben cómo soy, pa´que me visitan".
De la anunciada Coalición, me quedo con la posibilidad de que también podría competir en la presidencial un ciudadano sin partido. ¿En serio serán comparsas y tapete de su poderoso amo?
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