Ignacio Solares, un genio de la entrevista
A las 21:30 horas del pasado jueves, en una cama del Hospital Médica Sur de Ciudad de México, partió el maestro Ignacio Solares (Ciudad Juárez, 1945). Tenía 78 años y su muerte se atribuye a complicaciones de salud no especificadas. Novelista, dramaturgo, ensayista, periodista y académico, Solares dejó un gran legado para el panorama de las letras nacionales. Interesado en profundidad por el psicoanálisis, su oficio ante los folios consistió en una entrevista con la vida.
Y es que, además de mostrar dote y maestría en un amplio mosaico de géneros literarios, Solares fue un gran conversador. Eso le permitió tener sólidas bases para adentrarse en el rubro periodístico de la entrevista. Durante lustros habitó y pagó alquiler en ese sitio iluminado por los astros de las preguntas y respuestas. Pues un entrevistador no solo cuestiona, también debe tener la agudeza de observar su reflejo en el rostro de su interlocutor.
Según relata el escritor lagunero Vicente Alfonso, quien considera a Solares como uno de sus grandes maestros, el autor de novelas como Invasión (Alfaguara, 2005) comenzó su carrera como entrevistador. Tuvo la misión inicial de entrevistar a actrices de moda en los años sesenta y aprendió que en el oficio hasta las preguntas más sencillas eran capaces de abrir puertas. Así escribió entrevistas para publicaciones reconocidas como la Revista de Revistas, que dirigía Vicente Leñero, o para Plural, dirigida por el poeta Octavio Paz.
“Ignacio Solares era un gran conversador. Sabía abordar cualquier tema sin dificultades. Una de las últimas conversaciones que tuvimos fue a propósito de un libro que tiene formato de entrevistas: Novelista de lo invisible (Grijalbo, 2023), que hace a cuatro manos con José Gordon. Entonces pregunté, tanto al maestro José Gordon como a Ignacio Solares, qué significaba para cada uno de ellos la conversación. Y si en algo coincidían era en que cuando alguien habla con otra persona, esa otra persona es una suerte de espejo que nos permite conocer aspectos de nosotros mismos que nosotros ignoramos; tenemos puntos ciegos que los demás pueden ver”.
Vicente Alfonso agrega que Solares transitaba entre la consulta del psicoanálisis y el sacramento de la confesión. Por lo que al conversar conocía al mundo, conocía al otro y se conocía a sí mismo.
Reencontrarse con la palabra
Dentro de su colección denominada Periodismo Cultural, el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), publicó en 2010 el volumen de Palabras reencontradas, libro donde Ignacio Solares vierte 18 de sus entrevistas, realizadas entre 1973 y 2003 con los personajes y autores más importantes del siglo XX: Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Igor Caruso, Darie Novaceanu, Erich Fromm, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Juan Goytisolo, Iván Ilich, Hans Küng, Augusto Monterroso, Álvaro Mutis, Octavio Paz, José Revueltas, Ernesto Sábato, Jaime Sabines, Fernando Savater y Mario Vargas Llosa.
El prólogo de este compendio es escrito por Vicente Leñero. El texto, titulado Entrevistarás a tu prójimo, describe que Solares “se valió más bien de su sagacidad innata para olfatear los temas de interés, para avistar a los personajes dignos en atornillar al sillón de una práctica reporteril y extraer mediante ella el zumo de la fruta que representa todo ejemplo con los inteligentes”.
“Lo que englobaría la forma de entrevistar del maestro Solares es que era un conocedor, un erudito, un gran lector, pero que procuraba esa difícil sencillez de lo coloquial. Es decir, estaba siempre atento a lo que el otro estaba diciendo para poder hacer una conversación que no resultara afectada”, añade Vicente Alfonso.
De este libro destacan entrevistas como la realizada a Gabriel García Márquez en julio de 1972. El autor de Cien años de soledad era asediado entonces por los periodistas, por lo que llegó al punto de rehusarse a ser entrevistado. Solares es astuto y abre el diálogo preguntando justo por esta inconformidad. García Márquez se ablanda y por su pasado como periodista se siente comprometido a continuar declarando.
“Hay un juego muy inteligente: Solares le pide la entrevista y García Márquez le dice ‘no le voy a dar ninguna entrevista’. Entonces están ahí debatiendo por qué si debería dar la entrevista y por qué no. Al final, García Márquez acaba aceptando, pero es a partir de esto que comentamos: trata de agarrar la inercia de esa conversación y sabe llevarla a muy buen término”.
Otra conversación sobresaliente es la que Solares tiene con el psicoanalista Erich Fromm en agosto de 1972. Allí el entrevistador laza preguntas contextualizadas con ideas de otros autores como Konrad Lorenz, Jaques Lacan y Sigmund Freud.
“En alguna ocasión, Solares nos contó a varios de sus amigos que Fromm tampoco quería dar entrevistas, pero que en realidad se había acercado a él porque fue su alumno durante un año (me parece que dio un curso en Cuernavaca). Me recuerda mucho a estas técnicas de Alex Haley, este célebre entrevistador que era capaz de aprender a cultivar tomates o inscribirse en un gimnasio de boxeo solo para lograr una conversación con algunos de sus objetivos o entrevistados. Pero el maestro Solares no tuvo esa intención, él tenía real interés en aprender de Fromm y a un año de ser su alumno, aunque Fromm no concedía entrevistas, Solares le dijo que le interesaba platicar con él. Esa entrevista fue traducida a muchos idiomas y también fue un parteaguas”.