(AP)
Decenas de miles de israelíes salieron a protestar la noche de este sábado por decimoctava semana consecutiva contra la reforma judicial que impulsa el Gobierno, una iniciativa que socavaría la democracia en Israel y que fue suspendida en el Parlamento ante la profunda polarización social que provocó.
"Durante 18 semanas hemos estado luchando por el corazón y el alma de Israel, por su identidad y valores: un Estado de Israel que es tanto judío como democrático (...) con igualdad de derechos sin diferencias por religión, raza o género", dijo la ex ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livn, al participar en la marcha principal, en Tel Aviv.
Solo en esa urbe se concentraron entre 100.000 y 150.000 manifestantes, según medios israelíes, pero hubo otras marchas en más de cien puntos del país.
"Israel es el Estado de todo el pueblo judío, no es un Estado religioso. Y en el Estado del pueblo judío, las decisiones no las toma el rabinato, sino el Tribunal Superior de Justicia", recalcó, en su discurso, difundido en redes sociales por uno de los grupos de protesta.
El Gobierno de Benjamín Netanyahu y sus socios ultraortodoxos y del movimiento Sionismo Religioso, el más derechista de la historia de Israel, anunció en enero una reforma judicial que busca dar al Ejecutivo un poder casi total sobre el comité que nomina a los jueces.
Además, se reduciría drásticamente la capacidad del Supremo para anular legislaciones, y muchos israelíes temen que la reforma socave los derechos de los homosexuales, las mujeres o los árabes israelíes, y que dé privilegios a ciertos sectores, como los judíos ultraortodoxos.
En Tel Aviv, habitual epicentro de las protestas, miles de personas se aglutinaron en importantes avenidas y, entre un mar de banderas israelíes, desplegaron una pancarta gigante con el perfil de Netanyahu que decía "nunca serás un dictador".
En tanto, cientos de mujeres vestidas de color rosa hacían sonar sus tambores al unísono mientras ondeaban banderas israelíes teñidas de rosado para exigir igualdad de derechos, al igual que lo hizo el colectivo LGTBQ con sus banderas arcoíris.
"Anarquistas, váyanse a su casa!", gritaban algunos contramanifestantes que apoyan al Gobierno, y que se concentraron en la ciudad de Or Akiva, bastión del partido Likud de Netanyahu.
La reforma judicial ha puesto en jaque al Gobierno de Netanyahu, que ha perdido gran parte de su respaldo social, mientras diversos sectores de la población, como empresarios del importante sector tecnológico, banqueros, intelectuales, soldados e incluso voces internacionales, han advertido sobre el peligro que corre la democracia en el país y las pérdidas económicas que esto acarrearía.
Así, ante la profunda polarización social y el histórico movimiento de protesta que generó la iniciativa, el propio primer ministro tuvo que suspender los trámites de aprobación parlamentaria a finales de marzo.
La Knéset (Parlamento) reanudó sus sesiones esta semana después de haber estado en receso en abril, un periodo en que se llevaron a cabo -sin éxito- diálogos entre Gobierno y oposición, auspiciados por el presidente Isaac Herzog, con el objetivo de crear consenso en torno a la reforma judicial.
Este jueves, las protestas antigobierno llegaron hasta la casa de Herzog y también pidieron al líder de la oposición, el ex ministro Yair Lapid, que se retire de las negociaciones.
"Revolveremos cada piedra para encontrar la posibilidad de llegar a un acuerdo histórico (...) pero el Gobierno debe comprender que no habrá situación en la que la coalición elija a los jueces por sí misma. No va a suceder", escribió en Twitter Lapid, tras participar de las marchas.
Las manifestaciones de este sábado se producen dos días después de otra jornada de protesta llamada "Día de la igualdad", también contra la reforma, pero que no contó con un aforo tan importante.
Las manifestaciones antireforma se han sucedido todas las semanas desde enero y han congregado a más de 120.000 personas solo en Tel Aviv. También ha habido marchas a favor del Gobierno que han congregado a decenas de miles de israelíes.