En la columna anterior hablamos de los antecedentes de creación de la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, espacio geográfico de Torreón (el 44% de su territorio) destinado a la protección y conservación de la vida silvestre en convivencia con la población humana que reside en sus comunidades rurales, y de la foránea que le visita. También referimos que para cumplir con la primera condición por la cual se crea un área natural protegida (ANP), la protección que debe tener para evitar daños a la flora y fauna que alberga, condición que se viene cumpliendo con la participación de grupos comunitarios que colaboran con Fundación Jimulco y coadyuvan con las instituciones gubernamentales, rasgo singular en un ANP del norte del país.
Cabe destacar la función que desempeña Fundación Jimulco, una asociación civil conformada por personas morales (universidades, organismos ciudadanos y empresariales, oficinas de gobierno), como facilitadora de acciones para lograr esa protección y conservación de la vida silvestre (basadas en un Plan de Manejo) y de enlace entre las comunidades rurales del ANP con instituciones oficiales y otros actores como empresas privadas o despechos técnicos que aportan apoyos. La gestión de esta reserva ecológica se basa en un modelo de colaboración ciudadano-institucional, un ejercicio de gobernanza socioambiental entre un organismo ciudadano y un gobierno local.
La segunda condición por la que se crea toda ANP es la conservación de su capital natural. Mencionamos la semana pasada que entre las acciones de conservación que se realizan se encuentran, además de proteger los ecosistemas habitados por la flora y fauna silvestre, conservarlos o restaurarlos. En tales acciones las comunidades rurales también se involucran como ocurre en los programas de educación ambiental, gestión de residuos sólidos, monitoreo de especies y hábitat, reforestaciones con plantas nativas y restauración de hábitat, o las que surgen en su seno, como hospedaje y producción.
Desde hace siete años se inició en las 11 escuelas de primaria, secundaria y preparatoria del ANP, un programa de educación ambiental y equidad de género, en el que participan cada ciclo escolar alrededor de 250 alumnos de esos tres niveles educativos, con la finalidad de formar y sensibilizar a las nuevas generaciones de habitantes de sus comunidades sobre el valor del capital natural que tienen a su alrededor, y de la necesidad de cambiar los roles de género en los que las mujeres tengan mejores condiciones y oportunidades de desarrollarse.
Paralelamente, se lleva a cabo un programa de gestión de residuos sólidos donde se pretende sensibilizar a los habitantes del ANP de reducir las emisiones y manejar la basura con un menor impacto en el ambiente. En la implementación de estas acciones ha existido colaboración de instituciones como las secretarías estatales de Educación Pública de Coahuila (SEDU) y Medio Ambiente (SMA) empresas como Promotora Ambiental (PASA), a la par de la dirección municipal de Medio Ambiente.
Se tiene un registro de más de 800 especies de flora y fauna existentes en el ANP, el cual es elaborado por investigadores académicos (de universidades como Juárez del Estado de Durango, Agraria Antonio Narro y Autónoma Chapingo), también con la colaboración de estos y la SMA, se monitorea la fauna de talla mediana en la sierra de Jimulco, las aves y la calidad del agua del río Aguanaval en la zona de manantiales, contando a la fecha con datos duros y miles de imágenes que han permitido confirmar la presencia de especies que indican la salud de los ecosistemas, la conservación del hábitat de la vida silvestre.
En estas acciones ha sido fundamental la participación de los habitantes a través de grupos comunitarios y ejidales del ANP. Han sido beneficiarios, no sin tropiezos de algunos representantes ejidales que han hecho uso inadecuado de los recursos que reciben de instituciones gubernamentales, destaca el apoyo otorgado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) desde 2007, que ha fluido fondos importantes para la conservación a través de programas como Pago por Servicios Ambientales, que a su vez generan jornales para quienes realizan las acciones de campo. En estas gestiones juegan un papel importante despachos técnicos como Terra Consultores o Multiservicios Ambientales (MABA), este último canalizó fondos de compensación ambiental de una empresa privada, o el programa en ciernes de restauración del hábitat ribereño con fondos de Caterpillar, que se realizará en colaboración con Pronatura y American Bird Conservancy.
Si bien estas acciones de protección y conservación no son suficientes para cambiar las condiciones sociales de la población residente en el ANP, han contribuido con ingresos adicionales a los que perciben con las actividades agrícolas, ganaderas o de recolección que realizan en sus comunidades, o se han creado otras adicionales como el esfuerzo de hospedaje, producción de hortalizas orgánicas y miel realizado por mujeres rurales. A la vez de que han propiciado que se revaloren los recursos naturales que tienen en ellas, como se constató este domingo pasado donde se realizó una mesa de intercambio de experiencias sobre los avances y retos que se enfrentan después de dos décadas en que fue declarada como reserva ecológica, reflejando que hay un cambio en su percepción sobre la importancia de conservar la naturaleza en un sitio privilegiado como Jimulco. Algo que los torreonenses y laguneros debemos contribuir.