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El Gran Campeón Mexicano, Julio César Chávez, que es una atracción estrella en la Convención del Consejo Mundial de Boxeo (WBC, por sus siglas en inglés) en Tashkent, fue un éxito fabuloso en el cóctel de apertura, pero cuando llegó el momento de comerse las marquesinas o tomar una copa, se limitó a lo mínimo.
Aún apenas por encima de su peso de pelea, un delgado Chávez se mantiene en forma. Entrena a diario y corrió 9 kilómetros antes del desayuno. Los días siguientes, será más de lo mismo. Pero no hay más planes de lanzamiento inmediato para él haciendo una exposición muy popular, ya que dice que a sus hijos les está yendo bien financieramente.
Julio se ha adaptado a comentar el boxeo como un pato en el agua, lo que disfruta especialmente cuando puede inyectar algo de su famoso sentido del humor y su ingenio agudo, pero nunca cáustico y sobre todo genial. Dice que le gusta analizar el boxeo y que con una observación aguda no es difícil comunicar puntos de vista y compartirlos.
La paciencia es un requisito previo, pero después de años de que constantemente le pidieran una oportunidad para tomar fotografías o una firma, el boxeador más famoso de México y el brindis de este evento nocturno, muestra clase. Para su legión de fans, lo que Julio comparte es cariño y, con ello, la clave de su inmensa y duradera popularidad.