Hablar de migración es hablar de movilidad humana. A lo largo de la historia ha existido. Este dinamismo se debe a diversos factores; como el mejorar condiciones de vida, huir de la violencia y del crimen organizado en sus países de origen, conflictos de guerra, o por los estragos medioambientales.
Las problemáticas sociales, políticas, culturales, económicas, y criminales que existen principalmente en América Latina y el Caribe, han generado un creciente número de personas forzadas a migrar o recibir protección internacional, que conlleva a una respuesta política de los gobiernos receptores cada vez más restrictiva y selectiva. La movilidad humana forzada genera otros riesgos ya que sistemáticamente se violan los derechos humanos fundamentales y se niega la protección debida y adecuada.
Actualmente, los movimientos migratorios se caracterizan por ser mixtos, están integrados por solicitantes de asilo, personas refugiadas, migrantes víctimas de desastres medioambientales, víctimas del crimen organizado y trata de personas, niños, niñas y adolescentes no acompañados o separados de sus familias, personas de la tercera edad, retornados. En nuestro país predomina el paso de personas de movilidad de Centroamérica, sin mencionar que existen también flujos extrarregionales y extracontinentales.
Estos desplazamientos forzados han adquirido relevancia debido al continuo volumen de personas que dejan su país como Venezuela, Nicaragua, Haití, Honduras, Guatemala y el Salvador. México se caracteriza con el desplazamiento interno forzado de los estados de Guerrero, Guanajuato, Michoacán principalmente.
Todo esto se agudiza y se complejiza debido a los fenómenos de externalización de las fronteras y la deportación, el desconocimiento de los compromisos internacionales y del derecho internacional de derechos humanos y humanitario son un compartimento político extendido en nuestras regiones.
En México Las políticas migratorias se han vuelto severas, restrictivas centrándose en prácticas de externalización, militarización, deportación etc. El crimen organizado fortalece su control migratorio con tráfico-trata como negocio altamente redundante y lucrativo en la complicidad de actores públicos como la Guardia Nacional, Ejército, Policía Estatal, Municipal, INM, en la frontera sur de México con Guatemala, contrastando entre el discurso y la práctica en la protección de los derechos humanos y protección; lo cierto es que se criminaliza, estigmatiza y se desconocen las necesidades de protección y acceso a regularización, y desde la clandestinidad ante la falta de conocimientos y voluntad No se brinda una migración segura, ordenada y regular, como lo establece el Pacto Mundial para la migración.
La complejidad se agudiza en nuestro país, miles de personas vienen arriba del tren con todos los peligros a los que son susceptibles, sumando la poca capacidad en los albergues, centros de atención, iglesias, se encuentran desbordadas en brindar atención humanitaria a miles de personas que están en movilidad diariamente en México.