Columnas Deportes

La Peña Beisbolera

La Peña Beisbolera

JUAN GARCÍA

Sobre la dolorosa derrota del 15 de septiembre

La Serie del Rey 2023 de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), entre Pericos de Puebla y Unión Laguna, ganada por los primeros, terminó en seis juegos. Los dos encuentros iniciales se jugaron en Torreón, los tres siguientes en la Angelópolis y el último y definitivo aquí, en el estadio de la Revolución.

En apretado resumen se puede decir que la serie se perdió porque en el quinto juego se registró un error, de los que van a la pizarra, cometido por Albert Lara, y otro mental de Jonathan Villar ante una planchita (o toque) de sacrificio. Y el sexto encuentro se perdió por mal corrido de bases de Nick Torres en el sexto episodio y la pésima decisión de llevar al montículo en la novena como cerrador a McIlraith. Pero no se trata de plantear así las cosas sino de formular una hipótesis de otro corte. Va la siguiente:

Al efectuarse el sexto encuentro, a pesar de que los Pericos estaban arriba en la serie con tres juegos ganados por dos derrotas, lo jugaron como si para ellos no hubiera mañana. Y vaya que en esto tuvo mucha razón Sergio Omar Gastélum, el piloto poblano, porque bien intuía que si perdía ese encuentro y se empataba la serie a tres juegos, para su equipo iba a ser muy complicado, verdaderamente cuesta arriba, ganar el séptimo juego en terreno ajeno y frente a una afición adversa con mucha presencia y pasión. Por eso Gastélum organizó su estrategia bajo ese supuesto. Y no se equivocó.

¿Qué bases hay para afirmar lo anterior? Varias de mera apreciación, pero una importante suficientemente visible y por ello susceptible de ser explicada. Consistió en que Puebla mantuvo -a pesar de lo que adelante se expondrá- su rotación de pitchers abridores, conformada así: Ynoa, Camacho, Villalobos, Acosta. El sexto juego correspondía iniciarlo en la lomita a Camacho. Hasta aquí no hubo novedad alguna.

Pero luego se supo (y se confirmó por fuente interna confiable) que Camacho, como se dice, no estaba al cien. Se dijo que tenía "algo tocado" el brazo. A pesar de eso se le pidió y él aceptó salir a lanzar una o dos entradas, hasta donde pudiera. Y cuál no sería la sorpresa que hasta el quinto inning llevaba el juego sin admitir hit ni carrera de los Algodoneros, pero en la sexta explotó luego de par de tremendos tablazos de dos esquinas que le conectaron por el prado izquierdo Allen Córdoba y J.J. Muno, espalda con espalda. Luego vino el sencillo de Nick Torres y su mal corrido de bases que provocó que Muno fuera prendido en la antesala, y que fácilmente habría anotado porque a continuación vinieron sencillos consecutivos de Villar y Escarra. De haberse anotado esa carrera, seguramente otra habría sido la historia.

Sin embargo, lo importante a resaltar aquí es que Gastélum no se anduvo por las ramas y trajo a relevar nada menos que a su abridor "programado" para el siguiente juego, es decir, a Villalobos, señal de que el llamado "Helicóptero" Sergio Omar estaba en la mentalidad de que para él ese juego debía ser el último y definitivo. Lo cual confirmó cuando aplicó de inmediato la grúa al propio Villalobos al no ser capaz de sacar siquiera un tercio de entrada.

Desconozco si en otras disciplinas sea igual, pero en el Deporte Rey cuando se juega bajo el supuesto de que no hay mañana (es decir, que hoy, hoy se debe ganar a como dé lugar), la mentalidad, la disciplina, la disposición y la adrenalina son diferentes a cuando se juega con otra actitud. Aquí lo paradójico fue que quienes verdaderamente no tenían mañana, jugaron como si lo tuvieran. Y viceversa. La excesiva confianza nunca ha sido buena consejera.

Como ya se dijo antes, si Nick Torres no hubiera tenido ese mal corrido de bases en la sexta entrada Muno habría anotado, lo cual además de haber significado una carrera más, bien se puede considerar que el rally de ese inning se pudo haber extendido. Pero se trata sóoo de una conjetura.

Lo mismo se puede decir del mal manejo en ese juego del pitcheo de relevo de UL. Si José Torres y Jake Jewell despacharon en tres bateadores la séptima y la octava entrada, respectivamente con 8 y 10 lanzamientos, ¿cuál fue la razón de llevar al montículo en el noveno episodio al taponero Tom McIlraith, si en su inmediata anterior aparición había hecho 48 disparos? [En los registros de la LMB se indica que fueron 47, pero según el video del quinto juego se cuentan 48]. Como quiera fue un número excesivo de lanzamientos para un cerrador.

Por eso no fue sorpresa alguna la falta de control de McIlraith demostrada al conceder tres bases por bolas, con 22 disparos realizados, la mayoría sin velocidad de cerrador ni comando.

Este caso confirmó lo que repetía una y otra vez don Pedro "El Mago" Septién: El buen mánager es aquel cuyo genio consiste en saber cuándo debe relevar a su pitcher, lo cual no debe ocurrir ni un lanzamiento antes ni un lanzamiento después.

En fin, hay que llevar todo esto al espacio del olvido y esperar la próxima temporada con optimismo, como hacen los buenos aficionados. Los de Cachorros de Chicago y los de Medias Rojas de Boston son buenos ejemplos.

Juan Antonio García Villa

[email protected]

Leer más de Columnas Deportes

Escrito en: La Peña Beisbolera

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Deportes

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2235326

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx