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LA VIDA ES SUEÑO

ALEJANDRO TOVAR

Con afecto para un reportero de verdad, Reynaldo Márquez G. La esencia del hombre es ser libre y feliz, pero quien es pasional se expone a ser enjuiciado por acciones que lo distinguen. Una, que trabaja en lo que le gusta y lo disfruta, no camina por senderos de esclavitud de laborar por obligación. Y dos, si tiene en su mente al beisbol, entonces terminará por envidiar la riqueza y virtudes ajenas, mientras derrama sangre por sus carencias.

Ser partidario de Yankees ahora mismo, es someterse al escarnio, la burla y el desprecio de una ruleta mágica que envuelve al viejo deporte, donde sus seguidores quieren la cabeza del gerente general Brian Cashman (56) que ya lleva 25 años en el puesto y tiene contrato por dos campañas más, pero la gente no soporta ver a su querido equipo en la lona con marca de 58-54 y en un grupo donde Orioles manda, seguido por Rays y Blue Jays, con NYY y Boston al fondo.

Claro que está en peligro de no calificar a la postemporada, con el bajo nivel de todos sus jugadores, comenzando por su líder Aaron Boone, que parece dormido mientras los rivales acribillan a sus lanzadores. Ahí saca la cabeza Gleyber Torres (.270 con 18 jonrones) pero el resto anda volando bajo. Stanton solo batea .201, lejos de justificar su contrato millonario, Judge está regresando después de un mes lastimado y apenas tiene 20 cuadrangulares. Perdió mucho tiempo.

Y aunque el gran fantasma del miedo está tocando a la puerta, el asunto es que nadie puede vivir negando la verdad y el máximo problema ha sido el pitcheo. Gerrit Cole ha sido zarandeado pero le alcanza para un 10-2 con 157 abanicados. Carlos Rodón que firmó por seis años con 162 millones ha pasado la mitad de la campaña lesionado. Volvió y apenas tiene 1-4 y da pena. El zurdo Cortés (5-2) acaba de regresar tras dos meses lastimado y fue maltratado por Houston.

Los casos más sonados son los dominicanos Luis Severino (2-4) que ha recibido 17 cuadrangulares y muestra una gran irregularidad. Domingo Germán (5-7) es todo un caso. Dramático e inconsistente (acumula 20 jonrones permitidos) y hace poco lanzó un juego perfecto y volvió a vivir como zombi. La semana pasada llegó al vestuario pasado de copas, discutió con el mánager Aaron Boone, se burló a su compañero Marinaccio que se va a AAA, volteó un sillón y rompió un televisor. Ahora está en tratamiento antialcohólico y fuera del equipo.

Entonces el fan Yankee cuando duerme se viste de ilusión y sueña en esos espacios dominados por la imaginación, esa maravilla que controla al mundo. Sabe que no puede contar con Whitey Ford, Lou Gherig, Mickey Mantle, Yogi Berra, Roger Maris, Joe Dimaggio y Billy Martin porque están muertos, pero tal vez le alcanzaría con Dave Cone, Don Mattingly, Tino Martínez, Luis Tiant, Andy Pettite, C.C. Sabathia y los relevos de Mariano para apagar las llamas de todo este castigo.

La nostalgia es un movimiento natural cuando el hombre envejece pero y tal vez esa criatura desesperada como tantos, extrañe con razón a un líder único como fue Derek Jeter, que fue el paracorto de 1995 a 2014 que ganó siete banderines de LA, asistió a 14 juegos de estrellas, ganó cinco guantes de oro, y bateó 3,485 hits. Esa alma suya se ha ausentado del vestuario Yankee.

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