Las actividades extraescolares mejoran la calidad de vida
Las actividades extracurriculares no sólo son parte fundamental para el desarrollo académico de cada niño, sino, impulsan habilidades y capacidades que promueven su desarrollo personal.
Inscribir a tu hijo en actividades recreativas fuera de la vida escolar ayudará a desarrollar su autoestima, autoconfianza e independencia, y fomentará la capacidad de crear vínculos y generar relaciones de calidad. Todo ello es parte de su desarrollo psicosocial, que es la interacción constante de diversos factores como los biológicos, psicológicos y sociales con el ambiente en el que el niño o niña se desarrolle, lo que influirá en su crecimiento y evolución.
A través de este proceso, se adquieren habilidades que ayudan a enfrentar múltiples situaciones de la vida. En suma, dentro de la constante transformación y evolución de los pequeños también se debe incluir una dinámica familiar saludable y la crianza respetuosa, de acuerdo con World Vision America Latina y el Caribe.
Independencia y autonomía
Si bien, las actividades de ocio dependen en gran manera de recursos financieros, instalaciones o agentes de socialización como padres, profesores o compañeros, la Scientific Electronic Library Online (SciELO) refiere que los adolescentes necesitan ejercer cierto control, y sentirse libres de elegir y planificar sus actividades. Podrán desarrollar habilidades de organización y autorregulación.
Añade que el papel de los adultos debe centrarse en reconocer las perspectivas adolescentes y ofrecer opciones u oportunidades de actuar voluntariamente con determinación y sentirse responsable de su propio aprendizaje y comportamientos.
Autoeficacia
Un estudio de Diego Raza Carrillo en Ecuador menciona que los estudiantes que asisten a actividades extraescolares muestran una mayor autoeficacia que aquellos que no lo hacen.
Dichas actividades están relacionadas con una mayor creencia de superación de retos académicos, la construcción y el mantenimiento de relaciones sociales beneficiosas, mayor seguridad de lograr resistir la presión social enfrentando de mejor manera las tensiones del contexto y contribuyen a la no comisión de conductas inadecuadas.
Mayor inteligencia emocional
Las actividades artísticas construyen artistas para la vida. SciELO destaca que, junto con los scouts, estas actividades se correlacionan de forma significativa con niveles elevados de inteligencia emocional. Logran un mayor desarrollo de habilidades cognitivas, mejoran el aprendizaje de idiomas e incentivan la lectura.
Además, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por Mónica Rojas y John Jader Agudelo, agrega que los jóvenes que se encuentran en alto riesgo se convirtieron en sujetos éticos, sociales y políticos. Fueron capaces de plantear “proyectos de vida críticos y autónomos alejados de las formas de violencia que imperan en su cotidianidad”.
A la par ayudan a reducir la acción delictiva y los jóvenes que las practican son menos propensos a consumir sustancias psicoactivas. “La aplicación continua de la actividad extraescolar intencionadamente dirigida a estudiantes violentos tiene un impacto significativo en las conductas violentas y mejora el rendimiento académico”.
Gozan de buena salud
Un estudio publicado por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, detalla que los grupos deportivos desarrollaron más habilidades físicas y permitieron mantener un buen estado de salud para quienes lo practicaban. El deporte promueve actitudes positivas en los niños que resultan beneficiosas para toda la vida, como preocuparse por mantener un buen estado físico y el aumento de la autoestima. De la misma forma incentiva la motivación y la sana convivencia, forjan la autoconfianza y fortalecen sus valores.
Otro estudio realizado en Cataluña, España encontró que los entrenadores de futbol-sala promovían mediante su entreno un “desarrollo positivo para los jóvenes pues a través de sus discursos creaban vínculos y promovían valores positivos y autonomía”.
Desarrollo de capital social y ciudadanía activa
Las actividades grupales impulsan el proceso socializador, la construcción de redes, la participación en diferentes escenarios sociales y además fortalecen las habilidades comunitarias. Esto les permite incidir en la transformación social.
Además, SciELO refiere que “moderan el efecto de los problemas familiares y escolares en la presencia de conflictos conductuales disruptivos como el bullying, y ayudan a reducir los niveles de ansiedad, depresión y ausentismo escolar”.