No hay evidencias contundentes de parte de la Fiscalía gringa, el juicio solo será un circo.
Usted, lectora-lector, puede creerle a quien quiera en el juicio de Genaro García Luna, que se lleva a cabo en una corte de Brooklyn, Nueva York. Puede usted ser prianista y creerle a él, al antiguo super cop de Vicente Fox y Felipe Calderón, o puede ser morenista y creerle al narcote confeso, a Sergio Villarreal Barragán, "El Grande".
Yo no puedo creerle a ninguno porque, en primer lugar, los periodistas debemos dudar de todo, especialmente de aquello que proviene del poder (de cualquier poder, ya sea un poder legalmente establecido, o un poder fáctico), y en segundo lugar porque el periodismo no es un acto de fe sino un oficio que tiene que sustentarse en lo comprobable, lo verificable.
Durante el segundo día de su comparecencia ante la Corte del Distrito Este de Nueva York, "El Grande" afirmó que en octubre del 2008 (sexenio de Calderón) el entonces secretario de Seguridad Pública fue secuestrado en Morelos por órdenes de un capo muy famoso en aquella época, Arturo Beltrán Leyva, "El Barbas". El objetivo del levantón habría sido amenazar a García Luna para que siguiera colaborando con su organización criminal, ya que el hombre andaba rejego, a pesar de que presuntamente lo tenían bien maiceado con cientos de miles de dólares (¿o millones?), y parecía, a ojos del narco, que el funcionario ayudaba a Joaquín "El Chapo" Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, sus antiguos socios que luego se convirtieron en rivales.
"Para que veas que puedo llegar hasta ti", le habría dicho el capo al policía.
Lo que se dijo oficialmente en ese entonces fue que escoltas del funcionario sí habían sido levantados por un comando armado que viajaba en ocho camionetas, pero que García Luna no estaba en el lugar de los hechos.
A ver, obviamente que era imposible que el muy macho gobierno de Calderón aceptara que un cártel le había dado un levantón a su poli estrella. Primer tiempo. ¿Cómo iba a explicar a su jefe semejante bochorno García Luna? ¿Qué iba a decir? Este, con la novedad de que… me levantaron en Morelos los Beltrán Leyva, pero fue un error, y me dejaron vivo porque me tienen miedo (o porque tuvieron piedad, lo que usted guste inventar). O, bien, para ocultar sus vínculos con el narco, pudo decir García Luna: Señor Presidente, estos desgraciados quisieron negociar con nosotros, pero yo, valientemente, me negué, primero muerto, y evocando su valentía, señor Presidente, les dije que nosotros no negociamos con criminales, y les advertí que si no me soltaban, les caería encima toda la fuerza del Estado.
Por cierto, así fue: poco más de un año después, en diciembre de 2009, la Marina abatió a "El Barbas" en Cuernavaca, luego de un muy duro enfrentamiento.
Segundo tiempo. ¿Qué decimos, Genaro? Sugiero, señor Presidente, que digamos que secuestraron un rato a unos cuantos de mis escoltas y que ahí quede todo. Haiga sido como haiga sido lo ocurrido, para citar un clásico exabrupto de Calderón, así fue la versión oficial. Normal, no había manera de que el gobierno federal reconociera una afrenta así.
Hoy, la Fiscalía posee una oportunidad de oro para hacer pedazos a García Luna y buscar cadena perpetua para su viejo aliado. La fiscal adjunta Saritha Komatireddy, que encabeza el equipo del gobierno de Estados Unidos en la corte, junto a Erin Reid, Philip Pilmar y Marithe Diouf Solko, tienen que exhibir una sola cosa: una prueba de ese levantón.
Si "El Grande" dice la verdad, no puedo creer que Beltrán Leyva no haya guardado una imagen de tal encuentro forzado. Una foto, un video, un audio, algo, a menos de que en aquel violento operativo la Marina haya interceptado, en los teléfonos o computadoras de "El Barbas", esas pruebas incriminatorias y que el narco no hubiera tenido la prudencia de mandarle copia a alguien.
En fin, si más allá de los dichos de los distinguidos miembros del narco no hay evidencias contundentes de parte de la Fiscalía gringa, los dos meses del juicio solo serán un circo.